viernes, 19 de agosto de 2016

I.D.

I.D.

Autor: Emma Ríos (guion y dibujo).
Editorial: Astiberri
Formato: 80 páginas, bitono, tapa dura.
Año de publicación: 2016
Precio: 14€



Noa quiere cambiar porque es un hombre atrapado en un cuerpo de mujer, Miguel porque busca desesperadamente huir de su pasado y Charlotte por puro aburrimiento vital. En el futuro existe una arriesgada tecnología experimental que permite transferir tu cerebro a un nuevo cuerpo, pero la operación no es sencilla, los dos tercios de los pacientes que sobreviven a ella deben pasar una larga rehabilitación hasta que consiguen volver a ser autosuficientes medio año tras la operación.

I.D. nos transporta a un futuro indeterminado, en una conflictiva sociedad de colonias espaciales al borde del colapso, un mero esbozo del escenario con el que Ríos nos pone en situación sin entrar en detalle, pues esa cuestión no es la importante. En I.D. también hay un concienzudo desarrollo conceptual de la ciencia que interviene en su trama, nada de alocadas explicaciones de cutre-ficción sacadas de la manga, sino una fantasía atrevida, inspirada y documentada en neurociencia real, pero esa... tampoco es la cuestión importante. Y es que como en todo relato de ciencia ficción de calidad no siempre es tan importante el continente como el contenido. Y ahí radica precisamente el verdadero valor de I.D., que se descubre como una interesante reflexión sobre la identidad propia narrada en clave de ficción, un relato que se adentra en los inciertos terrenos que exploran la condición humana como tantas otras veces han hecho los grandes maestros del género.

Y aunque las comparaciones resulten odiosas, a maestros como Philip K. Dick me remito, pues la lectura de I.D. nos deja con el mismo agradable regusto que en su momento nos pudo dejar la lectura de sus célebres relatos breves. Emma Ríos emula… o mejor dicho, crea una nueva experiencia, original y genuina que comparte ese mismo espíritu y formato, el del relato breve, que aunque podría exprimirse un poco más, logra su objetivo, sacando todo el jugo a las cuestiones e inquietudes existencialistas que lo conforman ¿Si cambiásemos nuestro cuerpo por otro podríamos vivir una vida diferente? ¿Hasta qué punto nuestra condición física determina nuestras insatisfacciones y relación con la realidad? ¿Podríamos seguir siendo nosotros mismos siendo otra persona? Pero sobre todo ¿Qué motivos podrían llevar a alguien a desear ser otra persona, a habitar en otro cuerpo?

Noa se siente un chico atrapado en el cuerpo de una chica, Miguel es un ex-convicto con demasiadas ataduras con su pasado y Charlotte es una madura escritora que quizás esté hastiada de su vida, o quizás se sienta demasiado vieja, o quizás guarde motivos más egoístas… Quién sabe cuáles son las verdaderas motivaciones de cualquiera de ellos. Tres candidatos para someterse a una cuestionable cirugía experimental, que en los momentos previos deciden reunirse para compartir sus dudas y miedos. Y es que solo dos tercios de los sujetos que experimentan el cambio de cuerpo logran sobrevivir al proceso ¿Merecerá la pena el riesgo por alcanzar sus respectivos objetivos?

   

El resultado final de este cómic es inquietante a la vez que atractivo y gran parte del mérito lo tiene el estilo de la autora gallega, con un dibujo realista pero impulsivo, de trazos vivaces y a veces azarosos, en un despliegue visual que no responde a esquema establecido en su diseño de páginas, capaz de captar la intimidad, la violencia, el dinamismo o la meditación según el momento. Y todo ello completado por un bitono que acaba de conferirle a la obra un aspecto especialmente orgánico que le viene como anillo al dedo.

La editorial Astiberri ha publicado al módico precio de 14€ este tomo recopilatorio con formato de tapa dura, que incluye además un epílogo firmado por el neurólogo y asesor científico de esta obra, Miguel Alberte Woodward.

En definitiva, Emma Ríos además de una dibujante de talento se descubre en esta ocasión como una narradora solvente, capaz de construir escenarios reconocibles a partir de pequeñas pinceladas, de desarrollar personajes ricos en matices en un breve espacio o de hacernos reflexionar sobre el quiénes somos sin necesidad de llevarnos a forzadas discusiones de índole moral.

Y por todo ello esta semana quiero concederle a I.D. mi sello de aprobación del Capitán Latinoamérica, confiando en que también disfrutaréis de su lectura.



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