The Crow (la edición definitiva)
Autor: James O’barr (guión y dibujo).
Editorial: Glénat
Formato: 248 páginas, blanco y negro, tapa
dura.
Año de publicación: 2011
Precio: 19€
Se
acaba octubre y no podía faltar mi recomendación del que ya es un clásico por
estas fechas, “The Crow”, obra imperecedera del norteamericano James O’barr.
En
las vísperas de su boda Eric Draven y su novia Shelly son cruelmente asesinados
por una banda de delincuentes. Un año más tarde, un misterioso cuervo ha vuelto
a traer a Eric de entre los muertos, guiándolo para que pueda cumplir su brutal
venganza. Ahora convertido en un lúgubre personaje con la cara pintada, se
paseará por la sórdida ciudad en la que vivió, decidido a manchar el asfalto de
las calles con la sangre de sus asesinos.
Hay
que decir lo primero de todo, que “The
Crow” no es un cómic a la usanza. Tal y como nos explica su autor en el
prólogo de esta obra, la historia surgió en su mente como una válvula de escape
tras la muerte de su novia en la vida real, quien falleció tras ser atropellada
por un conductor borracho mientras se dirigía a casa del propio O’barr. Siendo
así, es más fácil de comprender el por qué de este cómic tan extraño y caótico,
incluso difícil de seguir en su lectura si no conociéramos previamente la
historia gracias a su aclamada adaptación cinematográfica. Con “The Crow”, su autor James O’barr compuso un cruel y sangriento poema visual, que era en
realidad una vía para exorcizar sus demonios interiores, una forma de redimirse
de sus sentimientos de culpabilidad y a la vez descargar su furia con una
historia de venganza sin tapujos, en la que los malvados pueden ser castigados
por sus pecados.
Alejándose
del habitual estereotipo del justiciero que busca restablecer el equilibrio
cósmico entre el bien y el mal en una lucha siempre justificable contra los
villanos, Eric Draven es simplemente un vengador sangriento y cruel que no atiende
a lecciones de moralidad ni a lo políticamente correcto. Un fantasma torturado
incapaz de sentir. Y de ahí quizás venga la razón de su rostro pintado con las máscaras de la comedia y tragedia clásicas,
que intentan redibujar en su rostro emociones que ya no siente ni padece, dejando
paso solo a la locura. Muchas veces presentado como un mesías siniestro, el
autor norteamericano no duda en hacer referencias directas a Jesús y la Bilblia
a lo largo de sus páginas, en un paseo en el que Eric es el encargado de
limpiar una ciudad sórdida, depravada y moribunda (que en última instancia se descubre como Detroit) de los delincuentes y drogadictos sin escrúpulos
que la dominan, como si de algún modo se tratase de una macabra purga divina.
El
dibujo de James O’barr es muy irregular
a lo largo del cómic y ello se debe a que su producción fue bastante
inconstante, tardando casi una década en publicar los capítulos sueltos que
tanto le costó que fueran aceptados por alguna editorial durante la década de los 80. De estilo realista y
a pesar de ello plagado de figuras desproporcionadas sobre todo al principio de
la historia, pasando a un estilo mucho más cuidado y perfeccionista hacia el
final de la misma. Sus claroscuros cargados de tintas y sus lápices y
acuarelas se suceden entre las escenas sombrías que forman el grueso de la
historia y las escenas oníricas y luminosas tan cargadas de simbolismo que
forman la contrapartida del relato.
Originalmente
“El Cuervo” fue publicado en España
por Glénat, con los 4 cuatro números
en formato grapa que solo algunos recuerdan ya. Sería en el año 2011 cuando
volviesen a publicar esta archiconocida historia en un tomo recopilatorio con
formato de tapa dura, que costaba 19€
y que todavía podréis encontrar en las estanterías de vuestras librerías habituales.
Bautizado ahora como la edición definitiva, incluye nuevos
capítulos, en 30 páginas hasta ahora inéditas, que amplían la historia
original y rehacen un final más fácil de entender, además de una introducción
aclaratoria a cargo del propio O’barr y las portadas originales a todo color.
Todo ello bajo la excusa de que en su época algunas páginas fueron descartadas
por no encontrar un lugar en la historia o directamente porque sus habilidades
artísticas por aquel entonces no le permitieron dibujarlas. Debemos creernos
por lo tanto que no se trata de seguir exprimiendo la gallina de los huevos de
oro (un fastidio para los que ya teníamos el cómic original y una alegría para
los nuevos lectores). Hay que mencionar que en el año 2013 también saldría un
nuevo tomo a cargo de la desaparecida EDT, en formato de tapa blanda, con una portada
alternativa pero exactamente igual en contenidos y precio a la anterior
edición.
Una
vez más me resulta difícil definir el público al que podría ir dirigida esta
obra, pues a pesar de la imagen que ha adquirido en los últimos tiempos como
historia de ficción fantástica y símbolo de la cultura gótica, “The Crow” es y siempre ha sido en
realidad un cómic absolutamente underground, caóticamente punk y
violentamente poético. En cualquier caso, una lectura casi obligatoria para
cualquier amante de los cómics y más que recomendable para el público general.
Por todo ello, hoy no dudo en darle mi sello
de aprobación del Capitán Latinoamérica a esta pieza maestra. ¡Feliz Halloween y feliz noche de los muertos!
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