Hace tan
solo unos días tuve el placer de conocer al artista barcelonés Jordi Lafebre durante
una de sus últimas presentaciones en la ciudad de Pontevedra, y ese encuentro
me brindó la oportunidad de conocer no sólo a un talentoso artista, con un gran
fondo y apasionado por su trabajo, sino también a una persona de lo más afable
y cercana. A continuación podréis disfrutar de la entrevista que tuve ocasión de
hacerle, en la que desgranamos su carrera artística y hablamos de sus últimos
trabajos, entre los que se encuentra “Los buenos veranos”, una obra de corte familiar que está a punto de ver la luz
en España de mano de Norma Editorial.
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Hola Jordi, ya falta casi nada para que se estrene tu nuevo trabajo “Los buenos veranos”, que será tu cuarta colaboración con Zidrou…
¿Cuarta?
A ver… la primera grande fue “La anciana”, porque previamente ya tuvimos otras
incursiones juntos en la revista Spirou.
Luego hicimos un par de cosas pequeñas y luego ya debutamos con “La anciana”, que era un álbum
colectivo. Más tarde fue “Lydie” y
luego “La Mondaine”, que son dos libros,
pero efectivamente son un solo proyecto y ahora la cuarta. Sí, llevas la cuenta
mejor que yo (risas).
¿Cómo surge esta relación
tan duradera?
Bueno,
las relaciones empiezan y duran más porque son buenas y duran menos porque las
personas por una razón o por otra la paran. Yo empiezo con Zidrou porque me
gusta mucho lo que escribe y a él le gusta como interpreto yo sus guiones y a
raíz del segundo libro en el que trabajamos se forjó una amistad ya en un
ámbito más personal. Entonces decidimos trabajar juntos también en “La Mondaine”, ahí ya vimos que teníamos
muchos puntos en común a nivel de autor, visión de mercado, nos apetece hacer
el mismo tipo de libros… Yo en concreto tenía la inquietud de hacer una serie,
porque “La Mondaine” habían sido dos
libros de 62 páginas, pero mi cuerpo me pedía hacer una historia más larga y durante
la producción de “La Mondaine” nos
propusimos lanzarnos a hacer una serie porque nos apetecía a los dos. En
realidad por varias razones, comerciales, personales… Lo que quiero decir es
que uno no calcula el tiempo que va a estar hasta que te encuentras que llevas
siete años trabajando con él. Pero eso no implica que un día trabaje con otro o
trabaje solo. La relación empezó y sencillamente sigue viva.
Zidrou
es muy polifacético, él como guionista se pone un reto y lo asume. Yo lo veo
capaz de hacer ciencia ficción, western… cualquier género que se proponga. Con
la obra más de autor, más personal, en ese caso sí que la cabra tira al monte y
yo siempre le he pedido historias más personales y cotidianas. Él para mi es especialmente
bueno en eso y nos picamos mutuamente. Por ejemplo, aunque “La Mondaine” está disfrazada de una historia de género, no deja de
ser policíaca, no deja de ser una historia personal, a pesar de que están
siempre ambientadas en épocas pretéritas e históricas, son historias personales
y ahí los dos nos sentimos muy cómodos porque ese es nuestro tema en realidad y
nos gusta hablar de ello. Mi visión muy personal (evidentemente cada uno tiene
la suya) es que las historias que contamos son de personajes y el contexto
histórico o la trama son solo para hablar de esos personajes y no al revés. Por
eso hacemos hincapié en las relaciones humanas, en los conflictos internos y
externos de los personajes porque es el tema que nos apetece contar.
Ahora que lo mencionas, he
podido leer una frase en tu web que me ha gustado mucho, no sé si es tuya pero dice algo así como: “Incluso una simple imagen guarda una pequeña
historia dentro. La emoción es lo más importante, los personajes están en
segundo lugar en la lista. Los personajes están simplemente allí y mi trabajo
debe captarlos”.
Es
mía sí. Está en mi web porque intenté resumir con muy pocas palabras mi
aproximación al mundo de los tebeos. La emoción es lo más importante… toda
historia nace de una pequeña imagen y viceversa, detrás de una imagen hay
montón de historias que contar: en una mesa con un matrimonio tomando un café
puedes contar una historia infinita, en un coche yendo de vacaciones, un
policía arrestando a un delincuente. Cada imagen contiene un montón de
historias dentro y las historias se cuentan a través de sus personajes. Se
trata de que el lector se sienta
identificado con ellos, al fin y al cabo todos somos humanos y el tema va de
contar historias.
Remitiéndonos a “La Mondaine”, es una historia que no
deja de tratar un tema un tanto sórdido en una época conflictiva, pero
lograsteis llevarla hacia vuestro terreno, quizás dejar un poco de fondo el
escenario y centraros en los personajes. Me gustó especialmente el personaje
del oficial alemán, en realidad un hombre cultivado y en cierto momento de la
historia se muestra como una víctima de su propio destino…
Sí,
de las circunstancias, sin duda. Insisto, es el enfoque que nos gusta darle a
las historias. También Zidrou sabe que a mí me gusta coger a los personajes y
darles toda la profundidad psicológica de la que soy capaz. Para mí no hay
personajes secundarios, hay personajes con menos líneas, con menos viñetas,
pero a todos los defiendo a muerte, como si fueran mis familiares e intento
darles la profundidad. Intento conocerles mucho más a fondo de lo que luego
salen reflejados en los libros. También él se divierte con eso e intenta crear
personajes ambiguos, personajes que no se definen a sí mismos en una frase o
una acción, sino que tienes que hurgar en la historia para entenderlos.
Mencionabas hace un
momento que “La Mondaine” aunque es
un doble álbum englobaba un solo proyecto ¿Ese formato dividido en dos partes
responde a límites de formato puestos por la editorial o realmente hay una
intención de separar esas dos partes de la historia?
Hay cierta controversia
con el final de esa historia, si no me equivoco existen unas páginas “perdidas” que fueron eliminadas del
final del libro ¿Llegaremos a verlas algún día?
Lo
sabes todo ¿eh? (risas)… No, no, no… están escondidas.
Preferís dejar ese final abierto
a la libre interpretación.
Totalmente,
porque además a mí me da un cierto pavor la idea de dejar una obra totalmente
cerrada, terminada y bloqueada ante la interpretación y me gusta que el lector
se apropie de la historia. Si es a costa de dejar un cabo calculadamente suelto,
pues se deja. La escena que quitamos, la quitamos porque de alguna manera le
otorgaba un peso al final de la historia que no era necesario para que acabara
de aquella manera. Además, paradójicamente la escena que editamos era la escena
de la que se generó el libro entero. Zidrou tenía una escena en la cabeza en la
que había unos personajes a los que les ocurría una historia entera a través de
una imagen y esa imagen justo era la que generó la historia entera. Pero una
vez montado todo el armazón opinamos que esa escena sobraba. Es de algún modo
como quitar la piedra de toque para que el armazón se aguante y hay un punto de
magia, un punto de ver que falta algo y ese algo es el que aporta el lector.
Dejar que el lector tenga su propia visión de las cosas. La historia de la
narrativa está llena de ejemplos que la historia clave está fuera de plano
aposta, en “Dos hombres y un destino”
todo el mundo sabe que mueren al final pero no se ve, no hay necesidad de mostrarlo,
un poco es esa idea. Todo el mundo puede llegar a entender el destino de
Louzeau y Eeva sin necesidad de verla,
hay un final mucho más luminoso y abierto como el de la isla, que cualquiera
que haya leído el libro entiende que ese final no es el final.
Cuéntanos, ¿de qué trata
esta nueva serie que estás a punto de presentar “Los buenos veranos”? Porque… es una serie ¿no?
Sí,
es una serie familiar que busca un público muy amplio, con vocación
desacomplejadamente comercial y familiar, que la puede leer un lector de 12
años y uno de 60 perfectamente, si me apuras casi con espíritu de sitcom, de serie familiar de sofá y
telecomedia de sábado por la tarde, o de martes por la mañana (risas), en la
que tanto Zidrou como yo hemos puesto un
montón de cosas que nos apetecían. Los años 60, la historia de un dibujante,
una familia con un montón de niños, feliz,
inmune al desánimo, que pasan altibajos familiares y crisis personales y económicas
como todas las familias. Es una familia
muy peculiar pero que al final resulta ser una como todas. Se trata de una
serie donde cada álbum es autoconclusivo, te puedes leer cualquier episodio por
separado, pero evidentemente a lo largo de todos los álbumes vas a leer toda
una saga familiar. Cada uno ocurre durante las vacaciones de la familia pero
solo en verano, no verás el otoño ni ningún otro momento, dura solo las semanas
que están de vacaciones con la familia. Imagina, ir de vacaciones, un coche
lleno de gente cargado de maletas… es algo que hemos vivido todos durante todas
las épocas y todo el mundo se puede sentir identificado. Nos apetecía muchísimo
contar lo que es la historia de una familia del siglo XX. Y la excusa perfecta
es coger un coche, cargarlo de niños, de maridos y mujeres cansados y mandarlos
de viaje. Nos gustaba un montón una idea tan tonta porque te permite cualquier
cosa, es una road movie en realidad,
pero familiar, sin ningún tipo de trama policíaca detrás, ni suspense, ni
ciencia ficción (risas).
Vuestros trabajos suelen
llegar a España avalados por un previo paso por el mercado franco-belga. ¿Notas
diferencias en la acogida entre aquí y allí, o quizás entre los gustos de ambos
públicos?
No
sabría decir, sinceramente me es imposible calcular qué aceptación hubiera tenido el libro en caso de que
hubiera tenido la trayectoria inversa. No lo sé, no tengo ni idea. Sé que Zidrou
trabaja en su mercado natal, que es el mercado franco-belga y yo evidentemente,
nacido en Barcelona, ese no es mi mercado natural. Pero intentamos siempre,
desde “Lydie” hasta la última
historia y en cada viñeta que hacemos juntos, hacer historias universales y
atemporales, que aguanten diez años, veinte o que aguanten la lectura de mis
nietos. Entonces me parece un poco reduccionista intentar pensar qué aceptación va a tener un mercado u otro,
seguramente en uno puede salir mejor y en otro peor. La historia de la
literatura y de los tebeos está llena de casos estrambóticos, en la que un
libro sale primero en un mercado y luego tiene un éxito pavoroso en otro que no
es el suyo y luego vuelve a casa y se vuelve a vender mejor, libros que están
en un cajón durante cuarenta años y luego tienen éxito o libros que venden
desde el primer día. La acogida del público depende de muchísimos factores y
esos factores no los calculamos cuando hacemos un libro, te confieso que nos
preocupa hacer una historia que nos interese, que nos motive, que nos permita
seguir con ella durante mucho tiempo, porque hacer un libro lleva mucho tiempo,
meses y para llevarlo adelante tienes que estar motivado. Y para que así sea en
mi caso tiene que ser una historia universal y atemporal. Me gusta pensar que
con el tiempo el resto será anecdótico, lo que te queda son los personajes, son
emociones y son historias que has vivido.
Hablando de cosas que te
motivan y te gustan ¿Qué te llevó a dedicarte al mundo del cómic?
Esta
misma mañana di una conferencia y estuve tres horas hablando de ello. Te lo
resumiré en una frase, nunca pude dedicarme a otra cosa. No sé qué es una
vocación, no sé si es una pulsión, una inquietud, no sé si es una decisión,
pero no me he imaginado jamás haciendo otra cosa. Desde muy pequeñito dibujé y
cuando de adolescente descubrí los tebeos vi que aquello tenía todo lo que me
interesaba, tenía lectura, tenía personajes dibujados, tenía color, tenía
narrativa e historia, no le faltaba nada, nunca me imaginé haciendo otra cosa. Así
que con dieciocho años tenía clarísimo que quería dedicarme a esto, no tenía
otra opción. Sí que es difícil, no nos vamos a engañar, en el mercado español tal
y como está hay muchas curvas, los profesionales que nos dedicamos a esto hemos
vivido distintas batallas por una razón o por otra, publicando en España o en
el extranjero, haciendo trabajos de encargo u obras de autor, todos hemos
tenido que pasar dificultades porque no es un mercado fácil, pero no hay
elección posible, al menos en mi caso.
¿Cuáles son tus
influencias artísticas, si las hay?
Las
hay, muchísimas. Todos tenemos un padre y una madre artísticos, tenemos unos
ancestros a los que nos debemos. Como dibujante yo nací con Uderzo y con Asterix, copiándolo en el suelo de mi
casa, intentando dibujar maravillosamente mal aquellos personajes tan
maravillosamente dibujados, también con Jack
Jones, con animación de Bugs Bunny,
el coyote y el correcaminos. Luego llegaron los 90 con Akira Toriyama y la
explosión del manga. El día que descubrí que el Dr. Slump y Arale eran del mismo autor que Dragon Ball entendí lo que era un autor, mis dos series favoritas
del momento estaban hechas por el mismo hombre, aquello fue un giro copernicano
para mi vida, descubrir que un tío podía ser así de creativo. Luego cuando ya
empecé a dibujar, evidentemente llegan Moebius, Franquin… Prado marca un antes
y después en mi carrera porque yo veía un montón de personajes disfrazados con
pijamas, volando y con poderes y no me interesaban en absoluto, a mí me
interesaban los personajes con historias y las historias con personajes, con
conflictos más humanos.
Con
veinte o veinticinco años llega ya el descubrimiento de la BD francesa, con
historias humanas y ahí surge una lista infinita de influencias. Hoy en día me
dejo influenciar igual por literatura, cine y evidentemente por tebeos, porque
lo que me enriquece es la visión de autor. Te voy a decir algunos de mis tótems:
Emmanuel Guibert para mi es un imprescindible, Blutch que es un enorme, me ha
influenciado muchísimo John Irving, Murakami, Miyazaki es un dios en mi pequeño
panteón. Como profesional del dibujo te hablaré de Norman Rockwell, Peter de Sève…
gente que tiene un trazo especial, una aproximación muy personal a la técnica
del dibujo, gente que tiene una visión más personal y deconstruida, o un poco
más feísta si quieres. Y también sigo buscando a mi ya cierta madurez como artista gente que
me siga enriqueciendo, la lista va variando porque los gustos van evolucionando
y mi lista de top 10 va cambiando.
Poniéndonos un poco más
técnicos ¿Digital o medios tradicionales?
Personalmente diré que me
gusta mucho tu diseño de personajes ¿Buscas mucha documentación y referencias o
es algo que va surgiendo de forma más improvisada?
Lo
improviso casi de una forma insensata (risas), es decir, muchas veces mis
personajes nacen en la página, no he hecho ni medio boceto de cómo van a ser.
Me imagino un personaje rubio con gafas y me pongo a dibujarlo y luego si en la
viñeta tres ha cambiado un poco no me preocupa, le retoco la nariz y avanzo. Yo
necesito un texto para hacer avanzar las historias, dibujar por dibujar me
divierte muchísimo menos que dibujar con un texto y una historia detrás. A lo
largo de los años he aprendido que prefiero lanzarme a la piscina y me pongo a
dibujar personajes casi improvisadamente. Lo que sí hago es buscar una base
psicológica, me pregunto muchas cosas sobre él antes de dibujarlo, si es
tímido, si es extrovertido, si es un tío con buen fondo, si es un tío amargado,
si es un tío inteligente o corto de miras, si es obtuso. E intento hacerlo lo
máximo posible para que a la hora de dibujarlo, los gestos, la expresión,
incluso la forma de vestirse me salga de forma natural, intento conocerlo lo
máximo posible para luego poder improvisar con una base.
Para ir terminando, sé que
es un poco precipitado pero… ¿En qué estás trabajando ahora mismo? ¿Vas a
seguir con esta serie inmediatamente?
Sí
claro, la serie está abierta. En dos días cojo un avión y nos vamos a imprimir
el tomo dos. Ahora estamos hablando de empezar con el tomo tres, cuyo guion
está en marcha. Aunque tengo pequeños proyectos de ilustración, encargos por aquí
y por allí. Pero el noventa por ciento de mi producción sigue siendo el libro,
que es lo que me sostiene ahora mismo.
Muchas gracias por tu
tiempo Jordi, espero que la nueva serie vaya sobre ruedas.
Gracias
a ti.
Una vez más y antes de despedirme hasta la próxima ocasión, quisiera agradecer a la Librería Paz de Pontevedra y a Kiko da Silva su amable colaboración para hacer posible este encuentro. Y por supuesto a Jordi Lafebre por su tiempo y cordialidad.
Roberto M. Lamosa
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