jueves, 5 de mayo de 2016

Entrevista a Jordi Lafebre






Hace tan solo unos días tuve el placer de conocer al artista barcelonés Jordi Lafebre durante una de sus últimas presentaciones en la ciudad de Pontevedra, y ese encuentro me brindó la oportunidad de conocer no sólo a un talentoso artista, con un gran fondo y apasionado por su trabajo, sino también a una persona de lo más afable y cercana. A continuación podréis disfrutar de la entrevista que tuve ocasión de hacerle, en la que desgranamos su carrera artística y hablamos de sus últimos trabajos, entre los que se encuentra “Los buenos veranos”, una obra de corte familiar que está a punto de ver la luz en España de mano de Norma Editorial.

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Hola Jordi, ya falta casi nada para que se estrene tu nuevo trabajo “Los buenos veranos”, que será tu cuarta colaboración con Zidrou…

¿Cuarta? A ver… la primera grande fue “La anciana”, porque previamente ya tuvimos otras incursiones juntos en la revista Spirou. Luego hicimos un par de cosas pequeñas y luego ya debutamos con “La anciana”, que era un álbum colectivo. Más tarde fue “Lydie” y luego “La Mondaine”, que son dos libros, pero efectivamente son un solo proyecto y ahora la cuarta. Sí, llevas la cuenta mejor que yo (risas).

¿Cómo surge esta relación tan duradera?

Bueno, las relaciones empiezan y duran más porque son buenas y duran menos porque las personas por una razón o por otra la paran. Yo empiezo con Zidrou porque me gusta mucho lo que escribe y a él le gusta como interpreto yo sus guiones y a raíz del segundo libro en el que trabajamos se forjó una amistad ya en un ámbito más personal. Entonces decidimos trabajar juntos también en “La Mondaine”, ahí ya vimos que teníamos muchos puntos en común a nivel de autor, visión de mercado, nos apetece hacer el mismo tipo de libros… Yo en concreto tenía la inquietud de hacer una serie, porque “La Mondaine” habían sido dos libros de 62 páginas, pero mi cuerpo me pedía hacer una historia más larga y durante la producción de “La Mondaine” nos propusimos lanzarnos a hacer una serie porque nos apetecía a los dos. En realidad por varias razones, comerciales, personales… Lo que quiero decir es que uno no calcula el tiempo que va a estar hasta que te encuentras que llevas siete años trabajando con él. Pero eso no implica que un día trabaje con otro o trabaje solo. La relación empezó y sencillamente sigue viva.

En ese aspecto se nota muy buena sintonía entre vosotros, parece que aún habiendo cierto cambio de registro os gusta orientaros hacia las historias de lo cotidiano. ¿Es el terreno en el que te sientes más cómodo o es algo casual a la hora de ponerte de acuerdo con Zidrou?

Zidrou es muy polifacético, él como guionista se pone un reto y lo asume. Yo lo veo capaz de hacer ciencia ficción, western… cualquier género que se proponga. Con la obra más de autor, más personal, en ese caso sí que la cabra tira al monte y yo siempre le he pedido historias más personales y cotidianas. Él para mi es especialmente bueno en eso y nos picamos mutuamente. Por ejemplo, aunque “La Mondaine” está disfrazada de una historia de género, no deja de ser policíaca, no deja de ser una historia personal, a pesar de que están siempre ambientadas en épocas pretéritas e históricas, son historias personales y ahí los dos nos sentimos muy cómodos porque ese es nuestro tema en realidad y nos gusta hablar de ello. Mi visión muy personal (evidentemente cada uno tiene la suya) es que las historias que contamos son de personajes y el contexto histórico o la trama son solo para hablar de esos personajes y no al revés. Por eso hacemos hincapié en las relaciones humanas, en los conflictos internos y externos de los personajes porque es el tema que nos apetece contar.

Ahora que lo mencionas, he podido leer una frase en tu web que me ha gustado mucho, no sé si es tuya pero dice algo así como: “Incluso una simple imagen guarda una pequeña historia dentro. La emoción es lo más importante, los personajes están en segundo lugar en la lista. Los personajes están simplemente allí y mi trabajo debe captarlos”.

Es mía sí. Está en mi web porque intenté resumir con muy pocas palabras mi aproximación al mundo de los tebeos. La emoción es lo más importante… toda historia nace de una pequeña imagen y viceversa, detrás de una imagen hay montón de historias que contar: en una mesa con un matrimonio tomando un café puedes contar una historia infinita, en un coche yendo de vacaciones, un policía arrestando a un delincuente. Cada imagen contiene un montón de historias dentro y las historias se cuentan a través de sus personajes. Se trata de que el lector  se sienta identificado con ellos, al fin y al cabo todos somos humanos y el tema va de contar historias.

Remitiéndonos a “La Mondaine”, es una historia que no deja de tratar un tema un tanto sórdido en una época conflictiva, pero lograsteis llevarla hacia vuestro terreno, quizás dejar un poco de fondo el escenario y centraros en los personajes. Me gustó especialmente el personaje del oficial alemán, en realidad un hombre cultivado y en cierto momento de la historia se muestra como una víctima de su propio destino…

Sí, de las circunstancias, sin duda. Insisto, es el enfoque que nos gusta darle a las historias. También Zidrou sabe que a mí me gusta coger a los personajes y darles toda la profundidad psicológica de la que soy capaz. Para mí no hay personajes secundarios, hay personajes con menos líneas, con menos viñetas, pero a todos los defiendo a muerte, como si fueran mis familiares e intento darles la profundidad. Intento conocerles mucho más a fondo de lo que luego salen reflejados en los libros. También él se divierte con eso e intenta crear personajes ambiguos, personajes que no se definen a sí mismos en una frase o una acción, sino que tienes que hurgar en la historia para entenderlos.

Mencionabas hace un momento que “La Mondaine” aunque es un doble álbum englobaba un solo proyecto ¿Ese formato dividido en dos partes responde a límites de formato puestos por la editorial o realmente hay una intención de separar esas dos partes de la historia?

No. Las dos partes se conjuntan, no voy a mentirte, la imposición editorial no es una imposición como tal, el editor te propone una serie de formatos que sabe distribuir bien, que sabe defender bien, que son sostenibles económicamente y tú te adaptas a ello igual que un productor de cine te dice que tu película debe durar un máximo tiempo de duración, que puede distribuirla una serie de salas de cine. Luego, sabiendo  el tipo de formato que tienes, el álbum, la serie, 54 páginas, o cualquiera de la variedad infinita de formatos que te ofrece el editor, tú escoges cómo quieres contar tu historia. Así que teniendo tan claramente dos tomos tan fuertes, tan sólidos, porque creo que 62 páginas dan para mucho, decidimos hacer una historia que fuera claramente un díptico. La primera parte tiene una serie de personajes que aguantan y se sostiene por sí sola y el segundo tomo también es una historia que se sostiene por sí sola, especialmente si te has leído el primer tomo. Sí que hay una continuidad, pero me gusta el concepto díptico especialmente porque son dos piezas separadas que funcionan como un todo.

Hay cierta controversia con el final de esa historia, si no me equivoco existen unas páginas “perdidas” que fueron eliminadas del final del libro ¿Llegaremos a verlas algún día?

Lo sabes todo ¿eh? (risas)… No, no, no… están escondidas.

Preferís dejar ese final abierto a la libre interpretación.

Totalmente, porque además a mí me da un cierto pavor la idea de dejar una obra totalmente cerrada, terminada y bloqueada ante la interpretación y me gusta que el lector se apropie de la historia. Si es a costa de dejar un cabo calculadamente suelto, pues se deja. La escena que quitamos, la quitamos porque de alguna manera le otorgaba un peso al final de la historia que no era necesario para que acabara de aquella manera. Además, paradójicamente la escena que editamos era la escena de la que se generó el libro entero. Zidrou tenía una escena en la cabeza en la que había unos personajes a los que les ocurría una historia entera a través de una imagen y esa imagen justo era la que generó la historia entera. Pero una vez montado todo el armazón opinamos que esa escena sobraba. Es de algún modo como quitar la piedra de toque para que el armazón se aguante y hay un punto de magia, un punto de ver que falta algo y ese algo es el que aporta el lector. Dejar que el lector tenga su propia visión de las cosas. La historia de la narrativa está llena de ejemplos que la historia clave está fuera de plano aposta, en “Dos hombres y un destino” todo el mundo sabe que mueren al final pero no se ve, no hay necesidad de mostrarlo, un poco es esa idea. Todo el mundo puede llegar a entender el destino de Louzeau y Eeva sin necesidad de  verla, hay un final mucho más luminoso y abierto como el de la isla, que cualquiera que haya leído el libro entiende que ese final no es el final.

Cuéntanos, ¿de qué trata esta nueva serie que estás a punto de presentar “Los buenos veranos”? Porque… es una serie ¿no?

Sí, es una serie familiar que busca un público muy amplio, con vocación desacomplejadamente comercial y familiar, que la puede leer un lector de 12 años y uno de 60 perfectamente, si me apuras casi con espíritu de sitcom, de serie familiar de sofá y telecomedia de sábado por la tarde, o de martes por la mañana (risas), en la que tanto Zidrou como yo  hemos puesto un montón de cosas que nos apetecían. Los años 60, la historia de un dibujante, una familia con un montón de  niños, feliz, inmune al desánimo, que pasan altibajos familiares y crisis personales y económicas como  todas las familias. Es una familia muy peculiar pero que al final resulta ser una como todas. Se trata de una serie donde cada álbum es autoconclusivo, te puedes leer cualquier episodio por separado, pero evidentemente a lo largo de todos los álbumes vas a leer toda una saga familiar. Cada uno ocurre durante las vacaciones de la familia pero solo en verano, no verás el otoño ni ningún otro momento, dura solo las semanas que están de vacaciones con la familia. Imagina, ir de vacaciones, un coche lleno de gente cargado de maletas… es algo que hemos vivido todos durante todas las épocas y todo el mundo se puede sentir identificado. Nos apetecía muchísimo contar lo que es la historia de una familia del siglo XX. Y la excusa perfecta es coger un coche, cargarlo de niños, de maridos y mujeres cansados y mandarlos de viaje. Nos gustaba un montón una idea tan tonta porque te permite cualquier cosa, es una road movie en realidad, pero familiar, sin ningún tipo de trama policíaca detrás, ni suspense, ni ciencia ficción (risas).

Vuestros trabajos suelen llegar a España avalados por un previo paso por el mercado franco-belga. ¿Notas diferencias en la acogida entre aquí y allí, o quizás entre los gustos de ambos públicos?

No sabría decir, sinceramente me es imposible calcular qué aceptación  hubiera tenido el libro en caso de que hubiera tenido la trayectoria inversa. No lo sé, no tengo ni idea. Sé que Zidrou trabaja en su mercado natal, que es el mercado franco-belga y yo evidentemente, nacido en Barcelona, ese no es mi mercado natural. Pero intentamos siempre, desde “Lydie” hasta la última historia y en cada viñeta que hacemos juntos, hacer historias universales y atemporales, que aguanten diez años, veinte o que aguanten la lectura de mis nietos. Entonces me parece un poco reduccionista intentar pensar  qué aceptación va a tener un mercado u otro, seguramente en uno puede salir mejor y en otro peor. La historia de la literatura y de los tebeos está llena de casos estrambóticos, en la que un libro sale primero en un mercado y luego tiene un éxito pavoroso en otro que no es el suyo y luego vuelve a casa y se vuelve a vender mejor, libros que están en un cajón durante cuarenta años y luego tienen éxito o libros que venden desde el primer día. La acogida del público depende de muchísimos factores y esos factores no los calculamos cuando hacemos un libro, te confieso que nos preocupa hacer una historia que nos interese, que nos motive, que nos permita seguir con ella durante mucho tiempo, porque hacer un libro lleva mucho tiempo, meses y para llevarlo adelante tienes que estar motivado. Y para que así sea en mi caso tiene que ser una historia universal y atemporal. Me gusta pensar que con el tiempo el resto será anecdótico, lo que te queda son los personajes, son emociones y son historias que has vivido.

Hablando de cosas que te motivan y te gustan ¿Qué te llevó a dedicarte al mundo del cómic?

Esta misma mañana di una conferencia y estuve tres horas hablando de ello. Te lo resumiré en una frase, nunca pude dedicarme a otra cosa. No sé qué es una vocación, no sé si es una pulsión, una inquietud, no sé si es una decisión, pero no me he imaginado jamás haciendo otra cosa. Desde muy pequeñito dibujé y cuando de adolescente descubrí los tebeos vi que aquello tenía todo lo que me interesaba, tenía lectura, tenía personajes dibujados, tenía color, tenía narrativa e historia, no le faltaba nada, nunca me imaginé haciendo otra cosa. Así que con dieciocho años tenía clarísimo que quería dedicarme a esto, no tenía otra opción. Sí que es difícil, no nos vamos a engañar, en el mercado español tal y como está hay muchas curvas, los profesionales que nos dedicamos a esto hemos vivido distintas batallas por una razón o por otra, publicando en España o en el extranjero, haciendo trabajos de encargo u obras de autor, todos hemos tenido que pasar dificultades porque no es un mercado fácil, pero no hay elección posible, al menos en mi caso.


¿Cuáles son tus influencias artísticas, si las hay?

Las hay, muchísimas. Todos tenemos un padre y una madre artísticos, tenemos unos ancestros a los que nos debemos. Como dibujante yo nací con Uderzo y con Asterix, copiándolo en el suelo de mi casa, intentando dibujar maravillosamente mal aquellos personajes tan maravillosamente dibujados, también con Jack Jones, con animación de Bugs Bunny, el coyote y el correcaminos. Luego llegaron los 90 con Akira Toriyama y la explosión del manga. El día que descubrí que el Dr. Slump y Arale eran del mismo autor que Dragon Ball entendí lo que era un autor, mis dos series favoritas del momento estaban hechas por el mismo hombre, aquello fue un giro copernicano para mi vida, descubrir que un tío podía ser así de creativo. Luego cuando ya empecé a dibujar, evidentemente llegan Moebius, Franquin… Prado marca un antes y después en mi carrera porque yo veía un montón de personajes disfrazados con pijamas, volando y con poderes y no me interesaban en absoluto, a mí me interesaban los personajes con historias y las historias con personajes, con conflictos más humanos.
Con veinte o veinticinco años llega ya el descubrimiento de la BD francesa, con historias humanas y ahí surge una lista infinita de influencias. Hoy en día me dejo influenciar igual por literatura, cine y evidentemente por tebeos, porque lo que me enriquece es la visión de autor. Te voy a decir algunos de mis tótems: Emmanuel Guibert para mi es un imprescindible, Blutch que es un enorme, me ha influenciado muchísimo John Irving, Murakami, Miyazaki es un dios en mi pequeño panteón. Como profesional del dibujo te hablaré de Norman Rockwell, Peter de Sève… gente que tiene un trazo especial, una aproximación muy personal a la técnica del dibujo, gente que tiene una visión más personal y deconstruida, o un poco más feísta si quieres. Y también sigo buscando a mi ya cierta madurez como artista gente que me siga enriqueciendo, la lista va variando porque los gustos van evolucionando y mi lista de top 10 va cambiando.

Poniéndonos un poco más técnicos ¿Digital o medios tradicionales?

En mi caso en concreto, tradicional y cada vez más. Es decir, el ordenador si puedo lo cojo al final, disfruto muchísimo con el proceso de cuanto más viejo mejor, lápiz, goma, papel, tinta, pincel y si se saca la tinta cambio de tintero. Intento de todas todas mantener el lado sensual del dibujo, me provoca un placer indescriptible que es lo que me permite dibujar tantas horas al día, porque al final es una cosa de pasarse horas y horas en el papel. Entintar me da mucho placer, calcar también, ese sencillo ric ric que notas en la mano al frotar el papel con el lápiz, me da un placer que no me da la tableta gráfica y mucho menos la cintiq. La única manera de aguantar dibujando durante muchos años (que es lo que pretendo) es manteniéndome con el papel, por aquello tan poético del material que te proporciona un azar y unos errores que no te aporta el digital. No, lo mío es  más sensual, más físico, me gusta escuchar el ruido de la plumilla contra el papel. El color sí lo doy en digital por una cuestión práctica y porque no tengo el nivel para pintarlo a mano, pero en mis páginas el blanco y negro que hay escaneado es exactamente igual al que hay en el papel, no hay retoque digital en absoluto.

Personalmente diré que me gusta mucho tu diseño de personajes ¿Buscas mucha documentación y referencias o es algo que va surgiendo de forma más improvisada?

Lo improviso casi de una forma insensata (risas), es decir, muchas veces mis personajes nacen en la página, no he hecho ni medio boceto de cómo van a ser. Me imagino un personaje rubio con gafas y me pongo a dibujarlo y luego si en la viñeta tres ha cambiado un poco no me preocupa, le retoco la nariz y avanzo. Yo necesito un texto para hacer avanzar las historias, dibujar por dibujar me divierte muchísimo menos que dibujar con un texto y una historia detrás. A lo largo de los años he aprendido que prefiero lanzarme a la piscina y me pongo a dibujar personajes casi improvisadamente. Lo que sí hago es buscar una base psicológica, me pregunto muchas cosas sobre él antes de dibujarlo, si es tímido, si es extrovertido, si es un tío con buen fondo, si es un tío amargado, si es un tío inteligente o corto de miras, si es obtuso. E intento hacerlo lo máximo posible para que a la hora de dibujarlo, los gestos, la expresión, incluso la forma de vestirse me salga de forma natural, intento conocerlo lo máximo posible para luego poder improvisar con una base.

Para ir terminando, sé que es un poco precipitado pero… ¿En qué estás trabajando ahora mismo? ¿Vas a seguir con esta serie inmediatamente?

Sí claro, la serie está abierta. En dos días cojo un avión y nos vamos a imprimir el tomo dos. Ahora estamos hablando de empezar con el tomo tres, cuyo guion está en marcha. Aunque tengo pequeños proyectos de ilustración, encargos por aquí y por allí. Pero el noventa por ciento de mi producción sigue siendo el libro, que es lo que me sostiene ahora mismo.

Muchas gracias por tu tiempo Jordi, espero que la nueva serie vaya sobre ruedas.

Gracias a ti.





Una vez más y antes de despedirme hasta la próxima ocasión, quisiera agradecer a la Librería Paz de Pontevedra y a Kiko da Silva su amable colaboración para hacer posible este encuentro. Y por supuesto a Jordi Lafebre por su tiempo y cordialidad.


Roberto M. Lamosa

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