sábado, 14 de mayo de 2016

Entrevista a Kiko da Silva




Durante estos días se celebra el BOOM Film&Comic Festival en la ciudad de Vigo, al que el historietista Kiko da Silva acude como invitado en la sección de cómic. Artista curtido en mil batallas y un orador nato que en los días previos al festival me abrió las puertas de la escuela de cómic O Garaxe Hermético, brindándome una extensísima entrevista en la que pudimos hablar sobre su trabajo y el futuro de la BD gallega. No os perdáis detalle a continuación.

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Voy a empezar con una pregunta que viene al pelo, pues acabas de llegar del Salón del Cómic de Barcelona en donde has tenido la ocasión de participar en la charla homenaje “Hablemos de Ibáñez”. Pareces toda una autoridad en el tema ¿Viene de ahí tu vocación por el humor gráfico y la historieta?

Bueno, yo creo que todos los que nos dedicamos a esto, en algún momento tuvimos contacto con la escuela Bruguera y con Ibáñez. Yo no era de superhéroes, yo era de cómic europeo y creo que parte de la culpa de eso la tiene Ibáñez y la gente de Bruguera. Para los que nos gusta el humor gráfico, Bruguera supuso una escuela tremenda, fantástica, cuyos historietistas y dibujantes fueron muchas veces menospreciados, entre ellos Ibáñez. Y yo creo que hay que reivindicar a esta gente que lleva tantos años haciendo historietas. Y sí, probablemente haya muchas otras formas de hacerlas, pero esta gente creó escuela y una manera propia española de hacer humor, incluso ya metiéndonos en cuestiones tan criticadas como la de los ayudantes o negros que tenía Ibáñez. Me parece que desprestigiar a un autor por eso es absurdo. Uderzo tenía ayudantes, Hergé tenía ayudantes. Hay una serie de autores muy admirados como Akira Toriyama que tienen ayuda y sin embargo con Ibáñez hay esa crítica de que tuvo negros, o que copiaba. Con lo cual este purismo del autor que nunca ha hecho nada en contra de su arte es un poco hipócrita. Creo que lo que hay que valorar es que Ibáñez tiene un recorrido y una carrera intachable que consiguió entretener casi a cinco generaciones enteras y sigue vendiendo y funcionando.

Una de las cosas que nos fascinaban el otro día en la charla tanto a Areces como a Joso o a mi es que Ibáñez es un tipo súper humilde, o sea, podría ser un crecido que mira a todo el mundo por encima del hombro, pero no, sabe dónde está y cuáles son sus limitaciones, admira mucho a los dibujantes, e incluso se desprestigia continuamente quitándole importancia a lo que hizo. Le quita tanto valor que incluso no tiene copia de sus propio cómics. Es muy curioso si lo pones en contrapunto a cómo tratan en Francia, Bélgica, o los Estados Unidos a sus grandes autores, pues él es una persona que sigue generando noticia y vende muchísimo. En España el mundo del cómic nunca volverá a ser tan potente como lo fue, ahora hay que competir contra una oferta de ocio enorme como para conseguir tener esos súper bestsellers que había en los años 50. Tendríamos que empezar a darnos cuenta de que nosotros también tenemos a un Astérix encima de la mesa, que define muy bien lo que era y es España. Realmente cuando se habla de novela gráfica yo pienso en Ibáñez, porque supo reflejar cómo era la sociedad española, tal cual, con sus chapuzas, sus temas de corrupción, sus dirigentes ineptos o la gente que invierte el noventa por ciento de sus esfuerzos en escaquearse del curro… Es una definición muy hiperbólica y humorística, pero real. Y cumple todos esos requisitos no escritos que se dice que debe reunir una novela gráfica: tiene libertad creativa, tiene que ser una obra de autor, tiene que hablar de la sociedad y tiene que tener muchas páginas; pues los Súper Humor pueden ser las primeras novelas gráficas patrias.


Eres un autor muy versátil que se maneja en el terreno del humor gráfico, pasando por la historieta infantil-juvenil, hasta el cómic adulto ¿Pero hacia dónde apuntan tus inquietudes artísticas como autor?

Cuando empecé en esto en el año 90 casi no había industria. No había ni editoriales, era el erial absoluto. Toda la gente de esa generación nos agarramos a un clavo ardiendo, a cualquier  cosa que nos permitiese hacer cómic. De hecho cuando yo quise empezar a publicar, cerraban todas las revistas, era una cuestión casi de tristeza absoluta. Las cabeceras que yo estaba leyendo desaparecían prácticamente. Y ya no había la posibilidad ni siquiera de sacarte un álbum, porque los editores fueron cerrando, la economía fue mermando y solamente se publicaba obra extranjera traducida. A mí no me interesaba dedicarme a otra cosa y me agarraba a lo que iba saliendo. Tenía claro que si quería sobrevivir económicamente podría vivir medianamente bien haciendo humor gráfico, no era porque fuera muy gracioso o me gustara especialmente, simplemente me fui metiendo porque era una salida laboral. Lo que pasa es que soy súper curioso, devorador de libros, revistas, blogs… cosas con las que me puedo documentar y fui aprendiendo muchísimo mientras iba metiendo el pie en la prensa.
Con el tema de la ilustración infantil también fue parecido, coincidió en el tiempo cuando empezó la editorial
Kalandraka, donde  me dan la oportunidad de empezar a trabajar con ellos y aprender mucho de la profesión, funciona lo que voy haciendo y una cosa lleva a la otra. Como ya estaba metido en la ilustración, era rápido y tenía versatilidad, cuando empezaron a surgir las posibilidades de hacer cosas de cómic, pagadas como en Golfino, Mister K, no me lo pensé y fui  de cabeza.. Lo que aprendí ahí fue a hacer que un encargo se convirtiera en algo personal y disfrutarlo exactamente igual que si fuera algo tuyo. Si hago cosas para El Jueves con temas que me toca tratar pero no me apetece, intento buscar siempre algo que te haga implicarte. Hace poco tenía que hacer una historieta sobre Mercedes Milá, y no quería, sólo  con pensar que tenía que dibujarla diez veces a en diez viñetas ya me ponía mal, y cuando estaba haciendo bocetos pensé, tengo que divertirme, pues voy a hacerlo en plan  Benito Jiacovitti, que es un dibujante italiano poco conocido aquí pero que a mí me chifla. Y funcionó, empecé a dibujar esa historieta divirtiéndome y esa es la clave de todo esto, llevarlo a tu campo y convertirlo en algo personal. Con Fiz me pasó eso, fue un encargo, un poco raro en el que me pedían algo en plan Little Nemo y ya ves lo que terminó siendo (risas).

Ahora que mencionas a “Fiz: o neno máis porco do mundo”, que es una obra de corte un poco más infantil, pero que he de decir que el público adulto casi lo disfruta más ¿El humor tiene edad?

Yo creo que no. Lo que sucede con el humor es que mucha gente pierde esas ganas de reír. Una parte de la gente, a medida que alcanza una edad se empieza a tomar la vida demasiado en serio. Si hay alguna cosa que nos puede caracterizar como humanos realmente es reír, ni siquiera los simios tienen ese concepto del humor. Y es una parte de la supervivencia, como la retranca gallega por ejemplo, que surge en uno de los peores momentos de la historia de Galicia y surge de la gente más puteada, que eran los campesinos, como mecanismo de protección, como un escudo. Y creo que una de las cosas que pasaba con Fiz es que me planteé hacer algo que entretuviese a los niños, pero que divirtiese a los padres también, algo más universal. Algo debí conseguir ahí porque cuando salió el recopilatorio por primera vez pensé, bueno, esto va a durar hasta que la generación que ha leído Golfiño crezca y desaparezca. Pero ya lleva 5 ediciones, han pasado unos trece años y se sigue vendiendo y me siguen pidiendo nuevo material.

¿Habrá nuevos números?

Creo que sí. Pero con estas cosas pasa lo de siempre, vivimos en una sociedad que cada vez entiende peor que las cosas lleven tiempo. Y la inmediatez de las redes sociales hace que tener que esperar un año o dos por algo parezca el fin del mundo. Tengo muchos trabajos y encargos que hago para pagar facturas, después están mis proyectos y cosas que tengo ganas de hacer, las hago en el tiempo que me sobra, en lo que la gente normal llama horas libres (risas). Lógicamente tener 4 horas diarias para poder hacer cosas personales hace que disminuya mucho la producción. El problema que tenemos la mayoría de los que trabajamos en esto es que en el tiempo que nos sobra hacemos lo que realmente queremos hacer. Lógicamente es una cuestión de calendario. Por ejemplo, en el libro de “Las piedras” hacer una página me puede llevar unos 5 días y si me quedan unas cuarenta páginas… pues calcula que me quedan unas 40 semanas. Las matemáticas son así. Y por mucho que quiera apurarme no puedo dar para más. En el caso de Fiz, tengo un guion terminado desde hace tres años, hay 25 páginas hechas, pero hasta que acabe el libro de “Las piedras” no me puedo poner con él. Está guay que haya ganas de que saque estas cosas, pero la gente tiene que entender el tema de los calendarios y los tiempos de trabajo.

Hablemos un poco de “El infierno del dibujante”. Esa versatilidad de la que hablábamos creo que aquí se hace más patente con esta historia sobre un autor que siempre llega tarde para publicar sus historias porque siempre hay alguien se le adelanta. Y ahí te has tenido que meter en su piel para “robar” el estilo y técnica de muchos maestros del cómic. Pero incluso por encima del apartado gráfico me parece muy interesante el propio concepto de la historia ¿Cómo surgió?

Pues por el interés de otras cosas, o sea, me interesa mucho algo que se llama mockumentary o falsos documentales. Son trabajos muy bien documentados, con mucha información, con partes verídicas pero que cuentan historias ficticias. Y de repente me di cuenta de que no existía nada así en cómic y pensé… pues molaba hacer uno. Decidí hacerlo con la temática de la creación porque yo creo que es algo que ya está muy asumido en el arte contemporáneo pero no dentro del cómic, que es el tema del límite del plagio, del límite de la copia. En arte contemporáneo se llevó ya al extremo del apropiacionismo. Sin embargo en cómic siempre fue muy típico copiar a otros y hay ejemplos descaradísimos, por ejemplo, Moebius, puedes coger cualquier revista como Cimoc, o Zona 84 y había clones de Moebius pero de una manera brutal. Y se hacía con naturalidad, nadie se escandalizaba.
Aparte había otro factor que continuamente nos pasa a la gente que nos dedicamos al mundo de la creación, y es que te puedes encontrar con cosas muy similares a las que estás creando tú. Yo siempre intento para no sonar a algo ya visto, beber de cosas que normalmente no tienen nada que ver con lo que estoy haciendo, bebo mucho de literatura, de cine, de series, de poesía incluso, e intento llevar todo eso al cómic, para no dar esa sensación de clones o de déjà vu. Sobre todo porque cuando se pone algo de moda empiezas a ver siempre las mismas temáticas, puntos en común, títulos iguales, etc… Son cuestiones lógicas porque estamos trabajando todos alrededor de los mismos elementos. Y ese tipo de cosas es lo que me hacía gracia, personificar en un solo autor todas las casualidades que nos pueden acabar pasando, algunas de ellas plagios, otras meras coincidencias.
En el infierno del dibujante lo que quería era contar todo esto y personificarlo en el personaje de Manuel Pardo, pero hacerlo desde un punto de vista desde el que la gente dudase de si verdaderamente ese hombre existía o no. De hecho la idea era muy vieja ya, surgió cuando estaba en la universidad y llegué a publicar una historieta a nombre de Manuel Pardo. Por aquel entonces Miguelanxo Prado hacía mucho tiempo que no hacía cómic, estaba muy metido en la animación. Y mi idea era que Manuel Pardo secuestraba a Miguelanxo Prado para hacerse pasar por él, ya que él no había triunfado en la vida y Miguelanxo sí, pero no lo estaba aprovechando. Pero la idea se fue a la mierda cuando Prado empezó a hacer Ardalén y la cosa ya no tenía sentido. Así que estuvo en un cajón durante una temporada hasta que se me ocurrió la idea de darle una vuelta y resolverlo. Y la verdad creo que mereció la pena el cambio, sobre todo porque tranquilicé a Miguelanxo y no lo perdí como amigo (risas). El libro realmente podía ser mucho más extenso y podía haber más parodias, pero quería que quedase claro el tema del falso documental, con esta estructura tan extraña para un cómic, en la que se incluyen documentos pseudo-encontrados, páginas de cómic, recortes de periódico… Y realmente la idea era generar la duda.

De hecho el proyecto pareció cobrar vida fuera de las páginas, parece que te gusta extrapolar la ficción a la realidad.

Sí, la intención era esa. De hecho era una de las dudas más gordas que tenía, porque no sabía si iba a funcionar o no. Realmente me animó más ver si era capaz de provocar esas dudas en el concurso del premio Castelao al que lo presenté, que hacer el libro en sí mismo. Como en los últimos años el jurado no había cambiado, aposté a que el jurado tampoco iba a cambiar ese año, y entonces añadí una página que relataba lo que yo pretendía que sucediera en la realidad. Mandé desde Pontevedra mi copia y desde Madrid un amigo mandó otra copia exactamente igual en nombre de Manuel Pardo. Con lo cual lo que sucede en la última página (SPOILER a continuación) que el jurado se encuentra con que hay dos proyectos iguales, no sólo sucedía dentro del cómic, sino que también en la vida real. Era la baza con la que jugaba para sorprenderlos y provocarlos con algo que era ficción pero que se mezclaba con la realidad.

Manuel Pardo en su estudio.
¿Y funcionó ese intento de implicar al lector fuera de la ficción de las páginas?

Es que en realidad era algo que ya llevaba preparando desde un año antes, con un blog y página de Facebook en las que Pardo pedía ayuda para recuperar su diario perdido en el que guardaba toda su historia e ideas. Era un tema de paciencia. Todo cobra vida cuando finalmente sale el libro y puedo utilizar todo aquello que había preparado previamente para hacerlo real. Y la verdad es que funcionó, porque a día de hoy todavía hay gente que sigue pensando que Manuel Pardo existe, quizás los más cercanos al mundo de la BD se dieran cuenta de que todo era un artificio, pero el lector normal no. De hecho aún hoy me siguen parando por la calle y me comentan el tema de los desencuentros con Pardo y yo les sigo la corriente, porque en ese tipo de cosas no tengo ningún tipo de pudor. Durante las primeras entrevistas de presentación aprovechaba para arremeter contra Pardo y viceversa. Hasta llegar al día de las presentaciones, cuando junto a un amigo actor decidimos montar un vídeo ficticio en el que se hacía pasar por el autor. Pero finalmente de forma totalmente casual un asistente a la presentación decidió grabar con su móvil el enfrentamiento que tuvimos y colgarlo en internet, lo que le daba más realismo a la situación. Lógicamente todo eso al final lo que genera es una publicidad gratuita, que llegó hasta la prensa, en la que se especulaba sobre lo ocurrido. Es algo que utilicé a mi favor, esa falta de sentido crítico y análisis en lugar de ir a buscar las fuentes. De hecho entre varios amigos como Jose Luis Munuera se lo pasaron genial poniéndome a parir en internet mientras defendían a Pardo diciendo cosas como “¡eso no se le hace una persona mayor!”. Fue muy divertido ver cómo se podía promocionar un cómic de un modo diferente y con los recursos que tienes a tu alcance, con un medio activo que estaba fuera de las páginas.

Además de autor y dibujante también desarrollas la faceta de profesor en “O Garaxe Hermético”,  la 1ª escuela de cómic de Galicia que tú mismo fundaste y que hace unos cuatro años parecía una locura ¿Cómo la ves ahora con la perspectiva del tiempo?

Bueno, todos los proyectos que he puesto en marcha, desde el primer momento me tacharon de tarado. Pero fui capaz de llevarlos todos a buen puerto. Por ejemplo la revista “Retranca” murió de éxito, no murió por falta de ventas, nosotros cerramos porque el distribuidor quebró con la crisis. Y me dejó una deuda de veinte mil euros, pero si dejó esa deuda es porque vendimos para tener veinte mil euros de un número. Claro que era una revista con unas características muy peculiares que nos impedía acudir a las ayudas públicas, es decir, existía sólo si se vendía, era una revista de carácter político y satírico, lógicamente nunca nos subvencionaron de ninguna manera, así que cuando el distribuidor dejó de pagarnos no se podía seguir sacando. Además la escuela surgió en un momento en que yo recogía los beneficios que daba “Retranca” y junto a unos ahorros que tenía monté el Garaxe Hermético. Ya estaba en obras en aquel momento. Y todo el mundo me decía que era una cosa de locos, que no gastase tanto dinero, que me metería una hostia. Pero yo tenía muy claro lo que estaba haciendo, cuándo y por qué lo estaba haciendo. Había un riesgo lógicamente, pero al tercer año ya estaba recuperada la inversión y yo creo que se demostró que realmente sí que había una demanda de una formación diferente a la que se estaba impartiendo en las escuelas. Que era algo que yo notaba cuando acudía a colegios a dar clases, en escuelas de arte, o haciendo de tutor y veías que los chavales no estaban aprendiendo nada, que el noventa por ciento de la formación era de oídas, algo así como si fueras a estudiar medicina y el médico que te enseña a operar no hubiera abierto un cadáver en su vida, esto en medicina obviamente no pasa porque palmaría gente, pero en lo nuestro… como son artes da igual y tiran para adelante. Así los chavales salen sin técnica y sin conocimientos. Es un escándalo que en España la formación se mida únicamente por título, sobre todo la artística. Por ejemplo Miguelanxo Prado no tiene título, pero tiene todos los premios que podría tener un autor, y aun así no podría dar clases en la universidad. Es ridículo, algo que en Estados Unidos ya tienen más que asumido, o en Londres donde acaban de asumirlo también, pero aquí no, aquí seguimos con una filosofía de enseñanza que es global y homogénea pero que en las artes no funciona.


Y esto nos lleva a la pregunta inevitable y creo que una de tus favoritas (risas) ¿Cómo ves la situación actual de la BD (banda deseñada) gallega?

La no situación dirás. Yo creo que el problema que tenemos aquí es básicamente estructural, no tenemos una tradición editorial, no tenemos ningún tipo de historia de la BD profesional. Solo tenemos francotiradores y tenemos a gente que en determinados momentos se arriesga a nivel económico o a nivel de tiempo personal para que se hagan cosas. El problema es que todos estos intentos esporádicos surgidos de la pasión personal terminan cuando la gente se quema, o cuando acaban de estudiar y se convierten en hipotecados, etc… Mi aportación para empezar a profesionalizar esto fue montar formación, porque era una de las cosas que teníamos más carencia. No es casual que Barcelona tenga muy buenos dibujantes desde que el Sr. Joso monta su escuela. Si analizas cuántos dibujantes de los que están trabajando ahora en el escenario internacional han pasado por la Escuela Joso, hay un alto porcentaje. ¿Que no es la mejor formación posible? Bueno, es mejor que la que había, porque seguro que mucha gente que fue a Bellas Artes y se tiró un montón de años en la cafetería porque no les interesaba nada de lo que les enseñaban, pues si entran en la Joso se motivaría, tendrían otro punto de vista, etc… Cuando vi eso pensé que lo que nosotros necesitábamos en Galicia era tener una escuela que forme a los futuros autores. Lo que tenemos que generar es producción y cuando los editores empiecen a recibir proyectos dirán: hostia, tengo material para hacer una colección de BD sin tener que ir al mercado extranjero a buscarlas. 
Yo hice Bellas Artes un poco engañado, me dijeron, esto es parecido a lo que tú quieres hacer, pero resultó ser una carrera muy teórica en la que el cómic y la ilustración se despreciaban y se sigue despreciando. De hecho, los profesores que me decían que el cómic era un sub-arte o una cosa para niños, ahora han montado un máster en ilustración para sacarle los cuartos a los alumnos y para que ellos puedan seguir cobrando un sueldo, que es algo que me parece muy lícito, pero hay que ser un poco honesto y no puedes prometer que vas a enseñar algo si no has trabajado en ello en tu vida, es más, algo de lo que no tienes ni puñetera idea.
Ahí es donde te das cuenta de que en la escuela nosotros sí podíamos ofrecer una formación realista y cercana a la profesión. Y aparte a mí me interesaba que todos los profesores fueran profesionales en activo que trabajaran en diferentes campos, desde gente que trabaja en el cómic más undergorund, gente que trabaja con superhéroes, manga, web-cómic, etc… Para poder complementar mis conocimientos con los de otros profesores y que los alumnos no salgan aleccionados por una sola visión. La verdad es que estamos viendo como cercen los alumnos, estamos muy contentos, viendo alumnos que están ya a puntito de madurar y caer del árbol. Lógicamente es un camino largo y solo acabamos de empezar. Esto durará lo que dure yo, porque yo monté esto con mis ahorros, el 90% del tiempo estoy en la escuela, pero era la manera de poner un peldaño de generar en el futuro una BD gallega industrial. Nunca seremos Barcelona o Madrid, pero también estamos ofreciendo una formación diferente a la que hay allí. Y aquí además también se daban otras circunstancias, aquí hay más diversificación de estilos y gustos, no tengo un alumno igual a otro. Queríamos dar una formación muy especializada en grupos muy pequeños, porque era la única manera de hacer que los alumnos aprendiesen, no podría hacerlo con aulas de treinta o cuarenta alumnos. Nosotros sólo cogemos diez personas por curso, de las cuales ni siquiera terminan todas, hay una selección natural. Pero ahora lo que hacemos es también una criba media para repartir esas plazas, para ir separando aquellos que realmente parecen tener un mayor interés de aquellos que llegan un poco de rebote y poder garantizar así un alumno más centrado que será el autor del futuro.

Para ir terminando hablemos de tu nuevo proyecto (o al menos uno de ellos), “Bajo la sombra de las piedras flotantes”,  que sigue teniendo toda esa parafernalia documental y de contenidos ocultos que orbitan alrededor. Y parece que se va a mover entre la temática de lo místico y lo misterioso. Pero si te soy honesto aún no tengo muy claro cuál es el concepto del álbum ¿Qué nos puedes contar sobre él?

Efectivamente lo que yo no quería desde el primer momento era desvelar el álbum. Por eso generé todo esto, por un lado para demostrar que puedes compartir toda tu documentación y la gente no saber ni de qué va el libro. Esto tiene que ver con las cosas que me gustan, desde muy pequeño me gusta el misterio, me gustaba Jiménez del Oso, me gustaba un poco menos el señor Benítez, y me gusta mucho cómo Iker Jiménez crea a partir de muy poco un ambiente y un interés en su programa, sobre todo en el de radio, porque me parecía fantástico que simplemente con la voz fuese capaz de evocar tantas sensaciones. Y digo a partir de muy poco porque en ese tipo de historias prácticamente no hay nada, hay un principio y un nudo, pero no un desenlace. Y esa es la demostración de que contando algo muy bien puedes hacer que el lector quiera más. A partir de ese tipo de cosas empecé a darle vueltas para utilizarlas también a la hora de hacer un cómic. De hecho la gente conoce uno de los blogs en los que documento este proceso, pero en realidad hay hasta seis ocultos, en la web hay mensajes escondidos, el libro va a estar lleno de cosas que añaden más lecturas. Tendrá dos finales, no uno, pero lo tendrás que buscar. Habrá una accesibilidad a contenidos extras pero no de una manera tradicional, serán extras invasivos en el libro. Por tener tendrá un documental con banda sonora propia. Realmente lo que intento es divertirme al máximo y conseguir por lo menos sorprender un poco al lector. Si tienen que definir de alguna manera mi trabajo, creo que habrá un antes y un después de “Las piedras flotantes”.

Sin desvelar demasiado… lo que me movió a escribir este libro fueron dos cosas, la primera… este libro nace de una casualidad y lo empiezo a escribir porque un amigo novelista, Manuel Lourenzo González, me manda el borrador de su nueva novela para que lo lea y opine. Era un borrador pequeño de unas 100 páginas y cuando lo leo hay dos escenas que me quedan fuertemente grabadas, lo primero que le dije fue que cuando acabara su novela haría una adaptación, el problema es que Manuel Lourenzo es un escritor de los de antes, que escribe y escribe hasta hacer un tocho tremendo que me llevaría toda la vida adaptar, era imposible hacerlo, así que le volví a preguntar si podía coger dos o tres escenas y hacer otra historia. Yo creo que accedió pensando que finalmente no lo haría. Lo malo es que al final sí lo hice (risas), de hecho él ahora está tan interesado como tú por conocer la trama, ha leído una pequeña sinopsis y es capaz de ver esos dos puntos de partida, incluso mantuve el nombre de la protagonista, pero la historia ya no tiene nada que ver.
Por otro lado surgió una cosa que a mí siempre me ha gustado, y son las casualidades. No puedes evitarlas y cuando suceden le sigue un proceso cuasi mágico. Pues sucedió que en un momento dado mis padres me mandan una caja con mis antiguas cosas para llevármelas a mi piso, y entre ellas había un antiguo archivador donde con quince años había empezado a almacenar documentación que me interesaba, con recortes de fenómenos extraños, con piedras misteriosas y sucesos paranormales, ovnis, etc… y de repente aquello hizo cortocircuito y todo encajó, la historia que escribió Manuel Lourenzo con todas mis cosas que tanto me apasionaban hacía tantos años y crearon un camino común hacia “Las piedras flotantes”. La historia se teje a partir de un germen de cosas que a mí me apasionaban desde mi infancia, por eso digo que la gente que lea esto será como si me estuviera literalmente leyendo a mí.
A partir de ahí decidí hacer un libro en el que el lector tuviese la sensación en todo momento de que todo era mentira y que al final le quedara la duda de qué era mentira y qué era realidad al descubrir que lo más irreal era real. Para eso me puse unas normas que eran para empezar que todas las piedras que iban a aparecer en el libro existiesen y estuvieran documentadas, además a excepción de las localizaciones de casas, no podían estar manipuladas por el hombre. Y no puedo hablar más para no destrozar la trama, diré que es un libro de sensaciones, como aquellas que te despiertan esos lugares misteriosos y situaciones difíciles de explicar, casi como una ciencia ficción cotidiana, ese tipo de sensaciones que yo tengo cuando voy a visitar estos lugares tan extraños como Externsteine en el bosque teutónico, y que te hacen sentir tan pequeño y frágil al lado de esas moles de piedra tan fuera de lugar.

Antes de despedirnos ¿algún último consejo para los que quieran iniciarse en esta profesión?

Va a parecer raro pero, leer. Uno de los mayores  problemas que tenemos en España es que no se lee y uno de los problemas más gordos que pueda tener un dibujante es no tener referencias. Hay que leer de todo, ver películas, documentales, series… empaparse, ser curiosos. Yo por ejemplo admiro mucho a Javier Sierra porque es lo más parecido a un Google humano, le puedes preguntar de cualquier tema y sabe de ese tema. Creo que eso hace que una persona tenga éxito e interés por parte del público. Él escribe sobre cosas que hace interesantes porque siempre nos descubre algo. Un autor de cómic tiene que generar inquietud entre los lectores y ganas de que le descubran cosas y la única manera de conseguirlo es siendo curioso y leyendo mucho. Luego hay que dibujarlo bien, ejecutarlo bien y narrarlo bien, pero si falla lo primero… Lo que busca un lector son historias, luego si están mejor o peor ejecutadas ya es un tema que se analiza más tarde, pero al final necesitas que te descubran algo que desconocías, que te entretenga y te sorprenda. Al final todos buscamos leer los libros que a nosotros mismos nos gustaría hacer. También hay que ser autocrítico, porque tu obra debe ser entendible, hay que probar las cosas antes y debes asegurarte de que lo que has escrito se va a entender y si no corregirlo y darle vueltas. Al fin y al cabo debes ponerte en la piel del lector y asegurarte de que todo funciona.

Bueno, pues creo que esto es todo, así que muchas gracias por tu tiempo Kiko y larga vida a la BD.

Gracias a ti.


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Roberto M. Lamosa

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