Durante estos días se celebra el BOOM Film&Comic Festival en la ciudad de Vigo, al que el historietista Kiko da Silva acude como invitado en la sección de cómic. Artista curtido en mil batallas y un orador nato que en los días previos al festival me abrió las puertas de la escuela de cómic O Garaxe Hermético, brindándome una extensísima entrevista en la que pudimos hablar sobre su trabajo y el futuro de la BD gallega. No os perdáis detalle a continuación.
___________________
Voy a empezar con una
pregunta que viene al pelo, pues acabas de llegar del Salón del Cómic de
Barcelona en donde has tenido la ocasión de participar en la charla homenaje “Hablemos de Ibáñez”. Pareces toda una
autoridad en el tema ¿Viene de ahí tu vocación por el humor gráfico y la
historieta?
Bueno,
yo creo que todos los que nos dedicamos a esto, en algún momento tuvimos
contacto con la escuela Bruguera y con Ibáñez. Yo no era de superhéroes, yo era
de cómic europeo y creo que parte de la culpa de eso la tiene Ibáñez y la gente
de Bruguera. Para los que nos gusta el humor gráfico, Bruguera supuso una escuela
tremenda, fantástica, cuyos historietistas y dibujantes fueron muchas veces menospreciados,
entre ellos Ibáñez. Y yo creo que hay que reivindicar a esta gente que lleva tantos
años haciendo historietas. Y sí, probablemente haya muchas otras formas de
hacerlas, pero esta gente creó escuela y una manera propia española de hacer
humor, incluso ya metiéndonos en cuestiones tan criticadas como la de los
ayudantes o negros que tenía Ibáñez.
Me parece que desprestigiar a un autor por eso es absurdo. Uderzo tenía ayudantes,
Hergé tenía ayudantes. Hay una serie de autores muy admirados como Akira
Toriyama que tienen ayuda y sin embargo con Ibáñez hay esa crítica de que tuvo negros, o que copiaba. Con lo cual
este purismo del autor que nunca ha hecho nada en contra de su arte es un poco
hipócrita. Creo que lo que hay que valorar es que Ibáñez tiene un recorrido y
una carrera intachable que consiguió entretener casi a cinco generaciones
enteras y sigue vendiendo y funcionando.
Una de las cosas que nos fascinaban el otro día en la charla tanto a Areces
como a Joso o a mi es que Ibáñez es un tipo súper humilde, o sea, podría ser un
crecido que mira a todo el mundo por encima del hombro, pero no, sabe dónde
está y cuáles son sus limitaciones, admira mucho a los dibujantes, e incluso se
desprestigia continuamente quitándole importancia a lo que hizo. Le quita tanto
valor que incluso no tiene copia de sus propio cómics. Es muy curioso si lo
pones en contrapunto a cómo tratan en Francia, Bélgica, o los Estados Unidos a
sus grandes autores, pues él es una persona que sigue generando noticia y vende
muchísimo. En España el mundo del cómic nunca volverá a ser tan potente como lo
fue, ahora hay que competir contra una oferta de ocio enorme como para
conseguir tener esos súper bestsellers
que había en los años 50. Tendríamos que empezar a darnos cuenta de que
nosotros también tenemos a un Astérix encima de la mesa, que define muy bien lo
que era y es España. Realmente cuando se habla de novela gráfica yo pienso en
Ibáñez, porque supo reflejar cómo era la sociedad española, tal cual, con sus
chapuzas, sus temas de corrupción, sus dirigentes ineptos o la gente que
invierte el noventa por ciento de sus esfuerzos en escaquearse del curro… Es
una definición muy hiperbólica y humorística, pero real. Y cumple todos esos
requisitos no escritos que se dice que debe reunir una novela gráfica: tiene
libertad creativa, tiene que ser una obra de autor, tiene que hablar de la
sociedad y tiene que tener muchas páginas; pues los Súper Humor pueden ser las
primeras novelas gráficas patrias.
Eres un autor muy versátil
que se maneja en el terreno del humor gráfico, pasando por la historieta
infantil-juvenil, hasta el cómic adulto ¿Pero hacia dónde apuntan tus
inquietudes artísticas como autor?
Cuando empecé en esto en el año 90 casi no había industria. No había ni editoriales, era el erial absoluto. Toda
la gente de esa generación nos agarramos a un clavo ardiendo, a cualquier cosa que nos permitiese hacer cómic. De hecho
cuando yo quise empezar a publicar, cerraban todas las revistas, era una
cuestión casi de tristeza absoluta. Las cabeceras que yo estaba leyendo
desaparecían prácticamente. Y ya no había la posibilidad ni siquiera de sacarte
un álbum, porque los editores fueron cerrando, la economía fue mermando y
solamente se publicaba obra extranjera traducida. A mí no me interesaba dedicarme a otra cosa y me agarraba a lo
que iba saliendo. Tenía claro que si quería sobrevivir económicamente podría
vivir medianamente bien haciendo humor gráfico, no era porque
fuera muy gracioso o me gustara especialmente, simplemente me fui metiendo
porque era una salida laboral. Lo que pasa es que soy súper curioso, devorador
de libros, revistas, blogs… cosas con las que me puedo documentar y fui
aprendiendo muchísimo mientras iba metiendo el pie en la prensa.
Con el tema de la ilustración infantil también fue parecido, coincidió en el tiempo cuando empezó la editorial Kalandraka, donde me dan la oportunidad de empezar a trabajar con ellos y aprender mucho de la profesión, funciona lo que voy haciendo y una cosa lleva a la otra. Como ya estaba metido en la ilustración, era rápido y tenía versatilidad, cuando empezaron a surgir las posibilidades de hacer cosas de cómic, pagadas como en Golfino, Mister K, no me lo pensé y fui de cabeza.. Lo que aprendí ahí fue a hacer que un encargo se convirtiera en algo personal y disfrutarlo exactamente igual que si fuera algo tuyo. Si hago cosas para El Jueves con temas que me toca tratar pero no me apetece, intento buscar siempre algo que te haga implicarte. Hace poco tenía que hacer una historieta sobre Mercedes Milá, y no quería, sólo con pensar que tenía que dibujarla diez veces a en diez viñetas ya me ponía mal, y cuando estaba haciendo bocetos pensé, tengo que divertirme, pues voy a hacerlo en plan Benito Jiacovitti, que es un dibujante italiano poco conocido aquí pero que a mí me chifla. Y funcionó, empecé a dibujar esa historieta divirtiéndome y esa es la clave de todo esto, llevarlo a tu campo y convertirlo en algo personal. Con Fiz me pasó eso, fue un encargo, un poco raro en el que me pedían algo en plan Little Nemo y ya ves lo que terminó siendo (risas).
Con el tema de la ilustración infantil también fue parecido, coincidió en el tiempo cuando empezó la editorial Kalandraka, donde me dan la oportunidad de empezar a trabajar con ellos y aprender mucho de la profesión, funciona lo que voy haciendo y una cosa lleva a la otra. Como ya estaba metido en la ilustración, era rápido y tenía versatilidad, cuando empezaron a surgir las posibilidades de hacer cosas de cómic, pagadas como en Golfino, Mister K, no me lo pensé y fui de cabeza.. Lo que aprendí ahí fue a hacer que un encargo se convirtiera en algo personal y disfrutarlo exactamente igual que si fuera algo tuyo. Si hago cosas para El Jueves con temas que me toca tratar pero no me apetece, intento buscar siempre algo que te haga implicarte. Hace poco tenía que hacer una historieta sobre Mercedes Milá, y no quería, sólo con pensar que tenía que dibujarla diez veces a en diez viñetas ya me ponía mal, y cuando estaba haciendo bocetos pensé, tengo que divertirme, pues voy a hacerlo en plan Benito Jiacovitti, que es un dibujante italiano poco conocido aquí pero que a mí me chifla. Y funcionó, empecé a dibujar esa historieta divirtiéndome y esa es la clave de todo esto, llevarlo a tu campo y convertirlo en algo personal. Con Fiz me pasó eso, fue un encargo, un poco raro en el que me pedían algo en plan Little Nemo y ya ves lo que terminó siendo (risas).
Ahora que mencionas a “Fiz: o neno máis porco do mundo”, que
es una obra de corte un poco más infantil, pero que he de decir que el público
adulto casi lo disfruta más ¿El humor tiene edad?
Yo
creo que no. Lo que sucede con el humor es que mucha gente pierde esas ganas de
reír. Una parte de la gente, a medida que alcanza una edad se empieza a tomar
la vida demasiado en serio. Si hay alguna cosa que nos puede caracterizar como humanos
realmente es reír, ni siquiera los simios tienen ese concepto del humor. Y es
una parte de la supervivencia, como la retranca gallega por ejemplo, que surge
en uno de los peores momentos de la historia de Galicia y surge de la gente más
puteada, que eran los campesinos, como mecanismo de protección, como un escudo.
Y creo que una de las cosas que pasaba con Fiz
es que me planteé hacer algo que entretuviese a los niños, pero que divirtiese
a los padres también, algo más universal. Algo debí conseguir ahí porque cuando
salió el recopilatorio por primera vez pensé, bueno, esto va a durar hasta que
la generación que ha leído Golfiño
crezca y desaparezca. Pero ya lleva 5 ediciones, han pasado unos trece años y
se sigue vendiendo y me siguen pidiendo nuevo material.
¿Habrá nuevos números?
Creo
que sí. Pero con estas cosas pasa lo de siempre, vivimos en una sociedad que
cada vez entiende peor que las cosas lleven tiempo. Y la inmediatez de las redes
sociales hace que tener que esperar un año o dos por algo parezca el fin del
mundo. Tengo muchos trabajos y encargos que hago para pagar facturas, después están
mis proyectos y cosas que tengo ganas de hacer, las hago en el tiempo que me
sobra, en lo que la gente normal llama horas libres (risas). Lógicamente tener
4 horas diarias para poder hacer cosas personales hace que disminuya mucho la
producción. El problema que tenemos la mayoría de los que trabajamos en esto es
que en el tiempo que nos sobra hacemos lo que realmente queremos hacer.
Lógicamente es una cuestión de calendario. Por ejemplo, en el libro de “Las piedras” hacer una página me puede
llevar unos 5 días y si me quedan unas cuarenta páginas… pues calcula que me
quedan unas 40 semanas. Las matemáticas son así. Y por mucho que quiera
apurarme no puedo dar para más. En el caso de Fiz, tengo un guion terminado desde hace tres años, hay 25 páginas
hechas, pero hasta que acabe el libro de “Las
piedras” no me puedo poner con él. Está
guay que haya ganas de que saque estas cosas, pero la gente tiene que entender
el tema de los calendarios y los tiempos de trabajo.
Hablemos un poco de “El infierno del dibujante”. Esa
versatilidad de la que hablábamos creo que aquí se hace más patente con esta
historia sobre un autor que siempre llega tarde para publicar sus historias
porque siempre hay alguien se le adelanta. Y ahí te has tenido que meter en su
piel para “robar” el estilo y técnica de muchos maestros del cómic. Pero incluso
por encima del apartado gráfico me parece muy interesante el propio concepto de
la historia ¿Cómo surgió?
Pues
por el interés de otras cosas, o sea, me interesa mucho algo que se llama mockumentary o falsos documentales. Son
trabajos muy bien documentados, con mucha información, con partes verídicas
pero que cuentan historias ficticias. Y de repente me di cuenta de que no
existía nada así en cómic y pensé… pues molaba hacer uno. Decidí hacerlo con la
temática de la creación porque yo creo que es algo que ya está muy asumido en
el arte contemporáneo pero no dentro del cómic, que es el tema del límite del
plagio, del límite de la copia. En arte contemporáneo se llevó ya al extremo
del apropiacionismo. Sin embargo en
cómic siempre fue muy típico copiar a otros y hay ejemplos descaradísimos, por
ejemplo, Moebius, puedes coger cualquier revista como Cimoc, o Zona 84 y había
clones de Moebius pero de una manera brutal. Y se hacía con naturalidad, nadie
se escandalizaba.
Aparte había otro factor que continuamente
nos pasa a la gente que nos dedicamos al mundo de la creación, y es que te
puedes encontrar con cosas muy similares a las que estás creando tú. Yo siempre
intento para no sonar a algo ya visto, beber de cosas que normalmente no tienen
nada que ver con lo que estoy haciendo, bebo mucho de literatura, de cine, de
series, de poesía incluso, e intento llevar todo eso al cómic, para no dar esa sensación
de clones o de déjà vu. Sobre todo
porque cuando se pone algo de moda empiezas a ver siempre las mismas temáticas,
puntos en común, títulos iguales, etc… Son cuestiones lógicas porque estamos trabajando todos alrededor de los mismos elementos. Y ese tipo de cosas es lo que me hacía gracia, personificar en un solo autor
todas las casualidades que nos pueden acabar pasando, algunas de ellas plagios,
otras meras coincidencias.
En el infierno del dibujante lo que quería era contar todo esto y personificarlo en el personaje de Manuel Pardo, pero hacerlo desde un punto de vista desde el que la gente dudase de si verdaderamente ese hombre existía o no. De hecho la idea era muy vieja ya, surgió cuando estaba en la universidad y llegué a publicar una historieta a nombre de Manuel Pardo. Por aquel entonces Miguelanxo Prado hacía mucho tiempo que no hacía cómic, estaba muy metido en la animación. Y mi idea era que Manuel Pardo secuestraba a Miguelanxo Prado para hacerse pasar por él, ya que él no había triunfado en la vida y Miguelanxo sí, pero no lo estaba aprovechando. Pero la idea se fue a la mierda cuando Prado empezó a hacer Ardalén y la cosa ya no tenía sentido. Así que estuvo en un cajón durante una temporada hasta que se me ocurrió la idea de darle una vuelta y resolverlo. Y la verdad creo que mereció la pena el cambio, sobre todo porque tranquilicé a Miguelanxo y no lo perdí como amigo (risas). El libro realmente podía ser mucho más extenso y podía haber más parodias, pero quería que quedase claro el tema del falso documental, con esta estructura tan extraña para un cómic, en la que se incluyen documentos pseudo-encontrados, páginas de cómic, recortes de periódico… Y realmente la idea era generar la duda.
En el infierno del dibujante lo que quería era contar todo esto y personificarlo en el personaje de Manuel Pardo, pero hacerlo desde un punto de vista desde el que la gente dudase de si verdaderamente ese hombre existía o no. De hecho la idea era muy vieja ya, surgió cuando estaba en la universidad y llegué a publicar una historieta a nombre de Manuel Pardo. Por aquel entonces Miguelanxo Prado hacía mucho tiempo que no hacía cómic, estaba muy metido en la animación. Y mi idea era que Manuel Pardo secuestraba a Miguelanxo Prado para hacerse pasar por él, ya que él no había triunfado en la vida y Miguelanxo sí, pero no lo estaba aprovechando. Pero la idea se fue a la mierda cuando Prado empezó a hacer Ardalén y la cosa ya no tenía sentido. Así que estuvo en un cajón durante una temporada hasta que se me ocurrió la idea de darle una vuelta y resolverlo. Y la verdad creo que mereció la pena el cambio, sobre todo porque tranquilicé a Miguelanxo y no lo perdí como amigo (risas). El libro realmente podía ser mucho más extenso y podía haber más parodias, pero quería que quedase claro el tema del falso documental, con esta estructura tan extraña para un cómic, en la que se incluyen documentos pseudo-encontrados, páginas de cómic, recortes de periódico… Y realmente la idea era generar la duda.
De hecho el proyecto
pareció cobrar vida fuera de las páginas, parece que te gusta extrapolar la
ficción a la realidad.
Sí,
la intención era esa. De hecho era una de las dudas más gordas que tenía,
porque no sabía si iba a funcionar o no. Realmente me animó más ver si era
capaz de provocar esas dudas en el concurso del premio Castelao al que lo
presenté, que hacer el libro en sí mismo. Como en los últimos años el jurado no
había cambiado, aposté a que el jurado tampoco iba a cambiar ese año, y entonces
añadí una página que relataba lo que yo pretendía que sucediera en la realidad.
Mandé desde Pontevedra mi copia y desde Madrid un amigo mandó otra copia
exactamente igual en nombre de Manuel Pardo. Con lo cual lo que sucede en la
última página (SPOILER a continuación) que el jurado se encuentra con que hay
dos proyectos iguales, no sólo sucedía dentro del cómic, sino que también en la
vida real. Era la baza con la que jugaba para sorprenderlos y provocarlos con
algo que era ficción pero que se mezclaba con la realidad.
Manuel Pardo en su estudio. |
Es
que en realidad era algo que ya llevaba preparando desde un año antes, con un
blog y página de Facebook en las que Pardo pedía ayuda para recuperar su diario
perdido en el que guardaba toda su historia e ideas. Era un tema de paciencia.
Todo cobra vida cuando finalmente sale el libro y puedo utilizar todo aquello
que había preparado previamente para hacerlo real. Y la verdad es que funcionó,
porque a día de hoy todavía hay gente que sigue pensando que Manuel Pardo
existe, quizás los más cercanos al mundo de la BD se dieran cuenta de que todo
era un artificio, pero el lector normal no. De hecho aún hoy me siguen parando
por la calle y me comentan el tema de los desencuentros con Pardo y yo les sigo
la corriente, porque en ese tipo de cosas no tengo ningún tipo de pudor.
Durante las primeras entrevistas de presentación aprovechaba para arremeter contra
Pardo y viceversa. Hasta llegar al día de las presentaciones, cuando junto a un
amigo actor decidimos montar un vídeo ficticio en el que se hacía pasar por el
autor. Pero finalmente de forma totalmente casual un asistente a la
presentación decidió grabar con su móvil el enfrentamiento que tuvimos y
colgarlo en internet, lo que le daba más realismo a la situación. Lógicamente
todo eso al final lo que genera es una publicidad gratuita, que llegó hasta la
prensa, en la que se especulaba sobre lo ocurrido. Es algo que utilicé a mi
favor, esa falta de sentido crítico y análisis en lugar de ir a buscar las
fuentes. De hecho entre varios amigos como Jose Luis Munuera se lo pasaron
genial poniéndome a parir en internet mientras defendían a Pardo diciendo cosas
como “¡eso no se le hace una persona
mayor!”. Fue muy divertido ver cómo se podía promocionar un cómic de un
modo diferente y con los recursos que tienes a tu alcance, con un medio activo
que estaba fuera de las páginas.
Además de autor y
dibujante también desarrollas la faceta de profesor en “O Garaxe Hermético”, la 1ª
escuela de cómic de Galicia que tú mismo fundaste y que hace unos cuatro años
parecía una locura ¿Cómo la ves ahora con la perspectiva del tiempo?
Bueno,
todos los proyectos que he puesto en marcha, desde el primer momento me
tacharon de tarado. Pero fui capaz de llevarlos todos a buen puerto. Por
ejemplo la revista “Retranca” murió
de éxito, no murió por falta de ventas, nosotros cerramos porque el distribuidor
quebró con la crisis. Y me dejó una deuda de veinte mil euros, pero si dejó esa
deuda es porque vendimos para tener veinte mil euros de un número. Claro que
era una revista con unas características muy peculiares que nos impedía acudir
a las ayudas públicas, es decir, existía sólo si se vendía, era una revista de
carácter político y satírico, lógicamente nunca nos subvencionaron de ninguna
manera, así que cuando el distribuidor dejó de pagarnos no se podía seguir
sacando. Además la escuela surgió en un momento en que yo recogía los
beneficios que daba “Retranca” y junto
a unos ahorros que tenía monté el Garaxe
Hermético. Ya estaba en obras en aquel momento. Y todo el mundo me decía
que era una cosa de locos, que no gastase tanto dinero, que me metería una hostia.
Pero yo tenía muy claro lo que estaba haciendo, cuándo y por qué lo estaba
haciendo. Había un riesgo lógicamente, pero al tercer año ya estaba recuperada
la inversión y yo creo que se demostró que realmente sí que había una demanda
de una formación diferente a la que se estaba impartiendo en las escuelas. Que
era algo que yo notaba cuando acudía a colegios a dar clases, en escuelas de
arte, o haciendo de tutor y veías que los chavales no estaban aprendiendo nada,
que el noventa por ciento de la formación era de oídas, algo así como si fueras
a estudiar medicina y el médico que te enseña a operar no hubiera abierto un
cadáver en su vida, esto en medicina obviamente no pasa porque palmaría gente,
pero en lo nuestro… como son artes da igual y tiran para adelante. Así los
chavales salen sin técnica y sin conocimientos. Es un escándalo que en España
la formación se mida únicamente por título, sobre todo la artística. Por
ejemplo Miguelanxo Prado no tiene título, pero tiene todos los premios que
podría tener un autor, y aun así no podría dar clases en la universidad. Es
ridículo, algo que en Estados Unidos ya tienen más que asumido, o en Londres donde
acaban de asumirlo también, pero aquí no, aquí seguimos con una filosofía de
enseñanza que es global y homogénea pero que en las artes no funciona.
Y esto nos lleva a la
pregunta inevitable y creo que una de tus favoritas (risas) ¿Cómo ves la
situación actual de la BD (banda deseñada) gallega?
La
no situación dirás. Yo creo que el problema que tenemos aquí es básicamente
estructural, no tenemos una tradición editorial, no tenemos ningún tipo de
historia de la BD profesional. Solo tenemos francotiradores y tenemos a gente
que en determinados momentos se arriesga a nivel económico o a nivel de tiempo
personal para que se hagan cosas. El problema es que todos estos intentos
esporádicos surgidos de la pasión personal terminan cuando la gente se quema, o
cuando acaban de estudiar y se convierten en hipotecados, etc… Mi aportación para
empezar a profesionalizar esto fue montar formación, porque era una de las
cosas que teníamos más carencia. No es casual que Barcelona tenga muy buenos
dibujantes desde que el Sr. Joso monta su escuela. Si analizas cuántos
dibujantes de los que están trabajando ahora en el escenario internacional han
pasado por la Escuela Joso, hay un alto porcentaje. ¿Que no es la mejor
formación posible? Bueno, es mejor que la que había, porque seguro que mucha
gente que fue a Bellas Artes y se tiró un montón de años en la cafetería porque
no les interesaba nada de lo que les enseñaban, pues si entran en la Joso se
motivaría, tendrían otro punto de vista, etc… Cuando vi eso pensé que lo que
nosotros necesitábamos en Galicia era tener una escuela que forme a los futuros
autores. Lo que tenemos que generar es producción y cuando los editores empiecen
a recibir proyectos dirán: hostia, tengo material para hacer una colección de
BD sin tener que ir al mercado extranjero a buscarlas.
Yo
hice Bellas Artes un poco engañado, me dijeron, esto es parecido a lo que tú
quieres hacer, pero resultó ser una carrera muy teórica en la que el cómic y la
ilustración se despreciaban y se sigue despreciando. De hecho, los profesores
que me decían que el cómic era un sub-arte o una cosa para niños, ahora han
montado un máster en ilustración para sacarle los cuartos a los alumnos y para
que ellos puedan seguir cobrando un sueldo, que es algo que me parece muy
lícito, pero hay que ser un poco honesto y no puedes prometer que vas a enseñar
algo si no has trabajado en ello en tu vida, es más, algo de lo que no tienes
ni puñetera idea.
Ahí es donde te das cuenta de que en la escuela
nosotros sí podíamos ofrecer una formación realista y cercana a la profesión. Y
aparte a mí me interesaba que todos los profesores fueran profesionales en
activo que trabajaran en diferentes campos, desde gente que trabaja en el cómic
más undergorund, gente que trabaja
con superhéroes, manga, web-cómic, etc… Para poder complementar mis
conocimientos con los de otros profesores y que los alumnos no salgan
aleccionados por una sola visión. La verdad es que estamos viendo como cercen
los alumnos, estamos muy contentos, viendo alumnos que están ya a puntito de
madurar y caer del árbol. Lógicamente es un camino largo y solo acabamos de
empezar. Esto durará lo que dure yo, porque yo monté esto con mis ahorros, el
90% del tiempo estoy en la escuela, pero era la manera de poner un peldaño de
generar en el futuro una BD gallega industrial. Nunca seremos Barcelona o
Madrid, pero también estamos ofreciendo una formación diferente a la que hay
allí. Y aquí además también se daban otras circunstancias, aquí hay más
diversificación de estilos y gustos, no tengo un alumno igual a otro. Queríamos
dar una formación muy especializada en grupos muy pequeños, porque era la única
manera de hacer que los alumnos aprendiesen, no podría hacerlo con aulas de
treinta o cuarenta alumnos. Nosotros sólo cogemos diez personas por curso, de
las cuales ni siquiera terminan todas, hay una selección natural. Pero ahora lo
que hacemos es también una criba media para repartir esas plazas, para ir
separando aquellos que realmente parecen tener un mayor interés de aquellos que
llegan un poco de rebote y poder garantizar así un alumno más centrado que será
el autor del futuro.
Para ir terminando hablemos
de tu nuevo proyecto (o al menos uno de ellos), “Bajo la sombra de las piedras flotantes”, que sigue teniendo toda esa parafernalia documental
y de contenidos ocultos que orbitan alrededor. Y parece que se va a mover entre
la temática de lo místico y lo misterioso. Pero si te soy honesto aún no tengo
muy claro cuál es el concepto del álbum ¿Qué nos puedes contar sobre él?
Efectivamente
lo que yo no quería desde el primer momento era desvelar el álbum. Por
eso generé todo esto, por un lado para demostrar que puedes compartir toda tu
documentación y la gente no saber ni de qué va el libro. Esto tiene que ver con
las cosas que me gustan, desde muy pequeño me gusta el misterio, me gustaba Jiménez del Oso, me gustaba un poco menos el señor Benítez, y me gusta mucho
cómo Iker Jiménez crea a partir de muy poco un ambiente y un interés en su
programa, sobre todo en el de radio, porque me parecía fantástico que
simplemente con la voz fuese capaz de evocar tantas sensaciones. Y digo a
partir de muy poco porque en ese tipo de historias prácticamente no hay nada,
hay un principio y un nudo, pero no un desenlace. Y esa es la demostración de
que contando algo muy bien puedes hacer que el lector quiera más. A partir de
ese tipo de cosas empecé a darle vueltas para utilizarlas también a la hora de
hacer un cómic. De hecho la gente conoce uno de los blogs en los que documento
este proceso, pero en realidad hay hasta seis ocultos, en la web hay mensajes
escondidos, el libro va a estar lleno de cosas que añaden más lecturas. Tendrá dos
finales, no uno, pero lo tendrás que buscar. Habrá una accesibilidad a
contenidos extras pero no de una manera tradicional, serán extras invasivos en
el libro. Por tener tendrá un documental con banda sonora propia. Realmente lo
que intento es divertirme al máximo y conseguir por lo menos sorprender un poco
al lector. Si tienen que definir de alguna manera mi trabajo, creo que habrá un
antes y un después de “Las piedras
flotantes”.
Por
otro lado surgió una cosa que a mí siempre me ha gustado, y son las
casualidades. No puedes evitarlas y cuando suceden le sigue un proceso cuasi
mágico. Pues sucedió que en un momento dado mis padres me mandan una caja con
mis antiguas cosas para llevármelas a mi piso, y entre ellas había un antiguo archivador
donde con quince años había empezado a almacenar documentación que me
interesaba, con recortes de fenómenos extraños, con piedras misteriosas y
sucesos paranormales, ovnis, etc… y de repente aquello hizo cortocircuito y
todo encajó, la historia que escribió Manuel Lourenzo con todas mis cosas que
tanto me apasionaban hacía tantos años y crearon un camino común hacia “Las piedras flotantes”. La historia se
teje a partir de un germen de cosas que a mí me apasionaban desde mi infancia,
por eso digo que la gente que lea esto será como si me estuviera literalmente
leyendo a mí.
A
partir de ahí decidí hacer un libro en el que el lector tuviese la sensación en
todo momento de que todo era mentira y que al final le quedara la duda de qué
era mentira y qué era realidad al descubrir que lo más irreal era real. Para
eso me puse unas normas que eran para empezar que todas las piedras que iban a
aparecer en el libro existiesen y estuvieran documentadas, además a excepción
de las localizaciones de casas, no podían estar manipuladas por el hombre. Y no
puedo hablar más para no destrozar la trama, diré que es un libro de
sensaciones, como aquellas que te despiertan esos lugares misteriosos y
situaciones difíciles de explicar, casi como una ciencia ficción cotidiana, ese
tipo de sensaciones que yo tengo cuando voy a visitar estos lugares tan
extraños como Externsteine en el
bosque teutónico, y que te hacen sentir tan pequeño y frágil al lado de esas
moles de piedra tan fuera de lugar.
Antes de despedirnos
¿algún último consejo para los que quieran iniciarse en esta profesión?
Va
a parecer raro pero, leer. Uno de los mayores
problemas que tenemos en España es que no se lee y uno de los problemas
más gordos que pueda tener un dibujante es no tener referencias. Hay que leer
de todo, ver películas, documentales, series… empaparse, ser curiosos. Yo por
ejemplo admiro mucho a Javier Sierra porque es lo más parecido a un Google
humano, le puedes preguntar de cualquier tema y sabe de ese tema. Creo que
eso hace que una persona tenga éxito e interés por parte del público. Él escribe
sobre cosas que hace interesantes porque siempre nos descubre algo. Un autor de
cómic tiene que generar inquietud entre los lectores y ganas de que le
descubran cosas y la única manera de conseguirlo es siendo curioso y leyendo
mucho. Luego hay que dibujarlo bien, ejecutarlo bien y narrarlo bien, pero si
falla lo primero… Lo que busca un lector son historias, luego si están mejor o
peor ejecutadas ya es un tema que se analiza más tarde, pero al final necesitas
que te descubran algo que desconocías, que te entretenga y te sorprenda. Al
final todos buscamos leer los libros que a nosotros mismos nos gustaría hacer. También
hay que ser autocrítico, porque tu obra debe ser entendible, hay que probar las
cosas antes y debes asegurarte de que lo que has escrito se va a entender y si
no corregirlo y darle vueltas. Al fin y al cabo debes ponerte en la piel del
lector y asegurarte de que todo funciona.
Bueno, pues creo que esto
es todo, así que muchas gracias por tu tiempo Kiko y larga vida a la BD.
Gracias
a ti.
__________________
Roberto M. Lamosa
__________________
Roberto M. Lamosa
No hay comentarios:
Publicar un comentario