Hace pocos días el veterano y reputado artista Miguelanxo Prado (A Coruña, 1958) hizo una visita a la ciudad de Pontevedra para presentarnos su más reciente trabajo "Presas fáciles", un relato policíaco tras el que se esconde un interesante subtexto de crítica social, y que ahora nos llega de la mano de Norma Editorial en su edición en castellano y por El Patito Editorial para su versión en gallego. Junto a él pasamos unos minutos en los que pudimos hablar sobre su carrera, sus gustos y sobre su más reciente obra. Disfrutad de la entrevista a continuación.
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Buenas tardes Miguelanxo, prácticamente acabas de llegar del Salón del cómic de Barcelona, donde creo que se ha presentado oficialmente tu nuevo trabajo "Presas fáciles". Cuéntanos a los que todavía no lo hemos leído ¿Qué nos vamos a encontrar en él?
Bueno,
formalmente lo que van a encontrar en primer lugar es una narración policíaca, sobre
una investigación de unos asesinatos. Y después, digamos a fondo, van a tener
entre manos una cierta reflexión alrededor de toda la estafa que fueron las preferentes y el drama que originó
en la sociedad más tarde cuando se fueron publicando más noticias sobre los
desahucios, así como todos los problemas relacionados con las entidades
financieras. Al final como sucede en la mayoría de mis obras, digamos que esa
parte genérica de la historia no deja de ser una excusa para intentar darle
vueltas a algún asunto sobre lo que me apetece proponerle pensar al lector, un
poco más allá de lo que inicialmente la historia podía aparentar.
¿Y cuál fue el germen de
esta historia?
El
germen fue la pura realidad. Escuchar una mañana en la radio la noticia brutal
de que un matrimonio de ancianos decidiera suicidarse ante la imposibilidad de
hacer frente a un proceso de desahucio, de desalojo y de impago de una
hipoteca. Porque además sus ahorros habían desparecido todos en un proceso de
preferentes de deuda subordinada. Y ante la primera perplejidad que me causó la
noticia, yo no daba crédito de que eso estuviese sucediendo, pero después
comprobé que efectivamente era así. Y en los meses sucesivos vi que el caso
empezaba a cobrar ya aspectos que excedían lo simplemente llamativo de las
noticias iniciales del fraude, adquiriendo ese componente estrictamente
humanitario. Es decir, tal cantidad de gente que terminaba entrampada en esos
procesos y toda la tensión que conllevaba en no pocos casos soluciones no tan
terminales como la que tomó aquella primera pareja de ancianos de la que tuve
conocimiento.
Parece que últimamente el
mundo del cómic bebe mucho de la realidad social que nos rodea, aun tratándola
desde la ficción. Es más, da la impresión de que es de los pocos medios que se
atreve a denunciar este conflicto sin tapujos ¿Crees que esa realidad presente
está fagocitando de algún modo el momento creativo?
Yo
creo que el cómic siempre ejerció ese papel. Si pensamos por ejemplo en los
años 70 y 80 cuando se hablaba del boom de la historieta española, “El Víbora” no era otra cosa que eso,
una revista en la que se constataba una realidad social que muchas veces no
tenía cabida en las noticias o en la televisión. Cuando conocías aquella
Barcelona de Nazario, de Pons… todas aquellas historias de barrio y el mundo de
la droga, pero también el mundo de aquel colegueo marginal… estaban haciendo
eso, crónica social, estaban contando una realidad que existía. Creo que esa es
una presencia constante supongo que para cualquier medio, pero en el caso del
cómic sí es cierto que tenemos esa facilidad especial, porque es un medio entre
comillas barato de producir. Si tú quieres hacer una serie de televisión, o una
película, o un documental, pues no es algo fácil de poner en marcha, pero esto
es tan simple como encerrarte en casa durante x tiempo y ponerte a escribir y
dibujar, lo que permite esa inmediatez. Si estuviésemos hablando de que esa
realidad acaba ocupando la totalidad del espacio… pero no es así. Hay gente que
sigue haciendo humor, otra sigue haciendo aventuras, superhéroes, relato
intimista o poético. No creo que para nada esté limitando la creatividad sino
todo lo contrario, dando materia para hacer más creación.
Después de tus anteriores
trabajos con esos colores tan personales y esa carga estética tan importante,
la pregunta inevitable es ¿Por qué llega el blanco y negro?
(Risas)
Pues porque la historia no permitía color, es decir, creo que por lo menos yo
como autor, cuando hablo de muchos otros sentimientos sí que me resultan
compatibles con el color y sí que me pueden ayudar a reforzar unas determinadas
sensaciones que le quiero transmitir al lector. Pero en este caso era todo lo
contrario, la sensación que tenía era que no podía distraer con situaciones de
composición cromática y que la historia era una historia en grises, en blancos
y negros. Me parecía obvio que no podía ser de otra manera.
Últimamente he tenido
ocasión de entrevistar a otros compañeros tuyos de profesión y muy a menudo te
señalan como uno de sus mayores referentes ¿Eso pesa mucho sobre tus hombros o no le das importancia?
Si
yo fuera muy consciente seguro que sí, pero como dije hace un rato en la
presentación tras la intervención de Luis (Rei Núñez), es obsceno, es decir,
eso no puede funcionar así. Eso funciona de puertas para dentro, yo también
tengo mi santoral de autores y no lo puedo evitar. También cuando yo los fui
conociendo se lo acababa diciendo, pero no lo puedes tomar en serio. Cuando lo
dices tú es con el corazón, pero cuando te lo dicen a ti… bueno, pues al final hay
que ir para casa y seguir con tu vida, llegas y ves la pila de platos que hay
que fregar, la lista de la compra que hay que hacer mañana, el café, no te la olvides
la leche, hay que poner la lavadora… y ya está (risas). Acaba ahí la cosa, no
da para más. Entonces está bien, porque en el fondo estoy jugando también a ser
cínico ¿cómo no me va a gustar saber que compañeros de profesión dicen que para
ellos tu trabajo es un referente? Pero tiene que terminar ahí, por pura salud
mental no puedes pensar en eso.
Después
hay otra cosa, que el trabajo diario te pone en tu sitio. Es decir, tú llegas y
el papel está en blanco igualmente hayan dicho lo que hayan dicho. Hace un momento
me decían: hay que agradecerle que
después de “Ardalén” no se quedó parado. No me quedé parado porque, en
primer lugar me encanta lo que hago y lo disfruto como un enano y en segundo
lugar porque es fácil echar las cuentas, calcula que si te llevas el diez por
ciento del total y esto cuesta… 19€, a lo que le restas el IVA, yo me voy a llevar
un euro y poco. Pues imaginad todos los libros que se tiene que vender para que
eso dé para un sueldo de dos mil euros al mes… por decir algo. Esa es una de
las cosas buenas que creo que tiene el cómic, por mucho que se te vaya la
cabeza la realidad te pone en tu sitio de inmediato.
¿Y cuáles son tus artistas
de referencia?
Ahí
vuelvo a lo que decía antes, yo llegué al cómic muy tarde. Cuando revisas las biografías
de la mayor parte de los autores, eran ya lectores devotos y soñaban con algún
día dibujar esto o aquello. Yo descubro todo esto con casi veinte años, cuando
estoy en la escuela de arquitectura y por lo tanto no tengo esa ligazón
sentimental previa, que es muy importante. Descubro todo este mundo cuando ya
estoy relativamente formado como pintor y dibujante y ya había comenzado a
exponer en galerías. Entonces mis influencias primeras son ajenas al cómic. Lo
que pasa es que después descubro ese lenguaje que me fascina al convertirme en
lector y ahí llegan autores como Moebius, que me deslumbra inicialmente cuando
conozco su obra y veo la facilidad absoluta y la capacidad para crear imágenes.
Recuerdo como si fuera hoy la primera vez que me tocó firmar en Angoulême a su
lado, estábamos los dos en la misma editorial, Los Humanoides Asociados
y de repente llega un tipo que se sienta a mi lado, yo estaba mirando a las
tres personas que venían a por mi firma, que ya me parecía todo un éxito y veo
que se empieza a formar una cola de cientos de personas y cuando miro de refilón
me doy cuenta de que es Moebius. Claro, empieza a dibujar y eso era alquimia
pura. Para mí eso sí que fue una epifanía, esa primera tarde con él, viendo
como dibujaba, cambió mi modo de entender el proceso de la imagen y fue
radical. Después hubo otra gente que me marcó mucho, sobre todo en la sintaxis
de cómo contar las cosas, de ir entendiendo los distintos componentes de una
historia contada en cómic, fueron importantísimos Muñoz y Sampayo, o Pierre
Christin como guionista. A partir de ahí ya fue un no acabar, todos los años
descubro algún nuevo autor o autora que me fascina y que al final estoy seguro
que aunque sea de manera inconsciente influye en mi manera de trabajar y en
cómo veo el lenguaje de la historieta a partir de su trabajo.
Si hiciéramos un recorrido
por tu obra nos encontraríamos desde ciencia ficción hasta otro entorno un poco
más cotidiano, pero casi siempre salpicado por un cierto realismo mágico
¿Cuáles son tus intereses creativos en ese aspecto?
No
lo sé, no tengo una idea así predeterminada. Cuando opté por hacer cómic sí que
había una diferencia clara con respecto a los otros medios que yo manejaba en
aquel momento, evidentemente cambiaba a cómo me planteaba por ejemplo hacer un cuadro,
aquí estaba contando historias, había un componente narrativo dominante. Entonces
puestos a contar historias lo que entendí es que me interesaba no simplemente
entretener, que me parece algo maravilloso, yo soy el primero también en
consumir ese tipo de obras en cine, o en novela, o en cómic; pero en mi caso
pensaba que si tenía sentido hacerlo era para intentar participar desde un
entorno creativo en mi sociedad. Siempre hay una cierta intención, bien desde
el análisis social o bien de otro… Sobre todo lo que más me fascina e interesa
es el ser humano como materia prima para crear historias, cómo las personas
somos capaces de complicarnos la vida, de tomar decisiones absurdas, de
crearnos nuestros propios dramas y cómo reaccionamos cuando se nos vienen
encima los acontecimientos. Y eso es lo que realmente va determinando las cosas
que voy haciendo. Me encuentro con situaciones o con historias que en un
momento determinado me motivan, me resultan atractivas y las voy desenvolviendo,
pero no son el resultado de una planificación previa. Es decir, no pienso voy a
hacer esto y cuando tenga cuarenta años tendré hecho esto otro. Al principio me
preocupaba, porque para los editores ese es un planteamiento incómodo, ellos prefieren
una serie sabiendo que ese personaje va a estar vivo durante x años y durante x
libros, eso lo entienden bien y saben cómo manejarlo. Pero llegó un momento en
el que se acostumbraron, saben que Miguelanxo funciona así. Las cosas iban
bien, unos libros funcionaban mejor y otros peor, pero nunca perdí dinero. Llega
un momento en que desaparece esa presión y simplemente les digo que me quiero
divertir y entonces hago “Presas fáciles”…
(risa irónica). Pero no ponen pegas.
Como artista es evidente
tu preferencia por los medios tradicionales y más artesanales ¿Qué materiales y
técnicas prefieres para trabajar y qué lugar ocupa el digital para ti?
Pues
desde hace ya un montón de años, a partir de “Trazo de tiza”, trabajé exclusivamente en acrílico,
independientemente del aspecto del acabado, porque hay veces que la gente
piensa que es acuarela o que es pastel, pero trabajo siempre en acrílico. Pero…
ahora que tanto se habla de la generación digital nativa, yo a veces de un modo
un poco provocador con mis hijos les digo, vale
vosotros sois los nativos pero yo soy de los que inventó el tinglado. Yo programaba con una cosa que se llamaba CTX Spectrum y que era un
cacho de plástico, yo programaba en basic
primero y después en otros lenguajes, montaba y desmontaba ordenadores, trabajé
en digital desde el primer momento, pero bueno, ya veis. Voy mucho más rápido
cuando trabajo y dibujo con algo real y no con la Cintiq. Además por una
cuestión de mecánica me parece maravilloso que no exista el Ctrl. Z en la vida
real. Tener Ctrl. Z es el mayor handicap
que puede tener alguien que trabaje en gráfico. Cuando yo trabajo en digital
claro que lo uso, pero yo mismo me doy cuenta de que entro sistemáticamente en
eso tan cacareado ahora que se llama el terreno de confort, no hay problema,
pruebo y si me equivoco… ups… Ctrl. Z. Que quiero cambiar el tamaño de algo… pues
lo modifico. Pero cuando tienes el papel delante tienes que decidir cómo va a
ser la pincelada, siempre puedes corregir algo, pero se puede ver que es un
trabajo que funciona alla prima. Y
eso acaba generando una mecánica de manipulación de los materiales que tiene
una frescura especial…
Pensadlo
bien, el cómic es un coñazo, supongamos que tenéis un mes de vacaciones, pero
el resto del año te pasas día tras día trabajando un mínimo de 8 horas, otras
veces 10 o 12 pensando: hola Tabares (personaje de Presas fáciles), aquí estás y te voy a dibujar otras treinta veces
más visto desde aquí y desde allá, ya conoces la historia… (suspiro). Necesitas
mantener una cierta frescura, por eso dejé de abocetar y por eso prefiero
correr el riesgo de tener que coger la página, romperla y tirarla que no meterme
en estos procesos. Pero siempre digo que yo lo hago así porque sino no sería
capaz de hacerlo de otro modo, no porque sea la única manera de hacerlo. Lo digital
lo he usado muchas veces, incluso “La
mansión de los Pampín” está coloreada íntegramente en digital, no hay
medios naturales a excepción del dibujo. Pero lo que pasa es que me divierto
infinitamente más de la otra manera. Cuando termino de trabajar en digital no
tengo nada, lo único que tengo es una colección de unos y ceros en un disco
duro, pero cuando hago simplemente un dibujito en una dedicatoria de un libro,
está ahí, en un papel que la persona se va a llevar, es algo tangible y además
entronca con una configuración neuronal del humano que aún está vigente, no sé
si dentro de trescientos años eso cambiará, pero hoy por hoy seguimos siendo
coleccionistas, seguimos guardando fotos, postales… Tenemos una fascinación de
monos por los objetos. Y a mí me divierte especialmente trabajar en medios
naturales, pero ya te digo no le hago ascos para nada al digital. En cuanto a
los medios, al principio fui utilizando de todo, acuarelas, incluso llegué a
usar óleo, témperas… y poco a poco con el acrílico fui encontrando esos
resultados muy variados y dúctiles que me permitían obtener resultados finales
que podían ser muy cambiantes. Y desde hace un montón de años todo lo que hago
prácticamente es en acrílico, incluido el blanco y negro de “Presas fáciles” también.
Para ir terminando, como
mencionas, esta faceta de autor de cómic es solo una de las muchas que tienes,
así que ¿Qué proyectos de futuro tienes dentro o fuera del cómic?
Pues
lo primero, decía que quería divertirme (risas) y hay una historia en la que
quería trabajar a partir de septiembre. Lo más aproximado para definirla sería una
historia en cierta clave de aventura, a partir de elementos de esa tradición
mágica, en concreto gallega, en la que hay meigas, hay demonios, hay trasgos.
Pero desde un punto de vista un poco dislocado y un poco diferente. No es una
historia en plan espada y brujería o “El
Señor de los anillos” ni mucho menos, de hecho está narrada en momento
presente. Al final no lo puedo evitar, aventura aventura no me sale, ni me sale Indiana
Jones, que aunque me parezca maravilloso yo me pongo y al final mi Indiana Jones
acabaría pensando demasiado, o discutiendo… Así que cuando me di cuenta los demonios
estaban debatiendo sobre el bien y el mal, pero vi que quedaba bien y que daba
juego. Sobre todo no me come demasiado el tarro y no me pone de mal café. Y la
verdad es que tengo muchas ganas de empezar ese libro, de hecho el guion estaba
ya escrito antes de “Presas fáciles”.
Después
hay un proyecto de animación, a pesar de que mi planificación era no volver a hacer animación en un montón de
años, pero me propusieron una historia que es un proyecto europeo, primero dije
que no, que tenía tres libros por delante que hacer, que no tenía intención de
volver a la animación en una buena temporada, pero el director muy inteligentemente
me dijo: te puedo enviar el guion, échale
una lectura y después volvemos a hablar. Y la verdad es que cuando llegué a
la página veinte ya tenía decidido que lo haría. Ya hicimos un cierto trabajo de
producción que se presentó en marzo en el Cartoon Movie. Así que la producción
de esta película será durante el 2017-18, para terminar en el 2019 y supongo
que estrenar en el 2020. Los tiempos del cine son así. Y eso ya me tendrá
ocupado por una buena temporada. Mi intención es no dejar de hacer cómic en el
proceso, aunque tenga que hacer algunos paréntesis de unos meses pero mantener un
trabajo continuado.
Siempre está bien saber que no nos faltarán trabajos tuyos. Muchas gracias por tu tiempo Miguelanxo.
Gracias a ti.
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Roberto M. Lamosa
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