Autor: Miguelanxo Prado
Editorial: Norma Editorial y El Patito Editorial
Formato: 96 páginas, blanco y negro, tapa dura.
Año de publicación: 2016
Precio: 19,5€
El 10 de marzo de 2014, Juan Taboada, comercial del Banco Ovejero,
aparece muerto en su domicilio por presunto envenenamiento. Hacía tres días,
José Manuel de la Villa, consejero delegado de Bancamar, fue atropellado por un
coche; esa misma tarde muere en el hospital ¿Son estas muertes sincronizadas fruto
de una casualidad o por el contrario se esconde alguien detrás de ellas? La
inspectora Tabares y el inspector Sotillo deben descubrirlo antes de que el
asunto llegue a la luz pública, o peor todavía… antes de que se produzcan más muertes.
Dados los tiempos que corren,
donde la corrección política marca unos límites de lo admisible bastante
estrictos, decir que “Presas fáciles”
es una venganza personal magistralmente ejecutada a través de un relato de
género negro, resultaría algo incorrecto, o más bien impreciso, pero algo de cierto
hay en esa afirmación. El maestro Miguelanxo Prado ha llegado con una nueva obra que hurga
en la herida y profundiza en una cuestión de actualidad que nos toca a todos
muy de cerca, la crisis financiera, que alcanza su máximo y más vergonzoso exponente en los múltiples casos de fraude bancario que
ha padecido el país en los últimos años y que ha dejado el escenario nacional sembrado
de culpables indultados y agasajados con pensiones millonarias, de altos cargos que han llevado a un país a la ruina y a pesar de ello que han salido impunes de sus actos criminales y por supuesto de esas presas fáciles que fueron las víctimas de su desmedida codicia y falta de escrúpulos.
Así arranca este relato
detectivesco que nos pone en la pista de una serie de posibles asesinatos, en
los que todas sus víctimas son empleados del sector bancario. ¿Pero será todo
fruto de la casualidad o habrá realmente alguien detrás de esas sospechosas
muerte? La Inspectora Tabares y el Inspector Sotillo se verán en la difícil
tesitura de aclarar este turbio asunto antes de que trascienda a la prensa y cunda el pánico.
Saltándonos esa corrección
política de la que hablábamos antes y ante la impotencia de comprobar que en la
vida real esa justicia kármica no se cumple, resulta inevitable esbozar una
sonrisa sardónica a medida que avanzamos en el relato y comprobamos que desde
la ficción sí que recibimos esa retribución a modo de venganza justiciera. Y
ese es posiblemente uno de los mayores aciertos de esta historia, pues
funciona como una válvula de escape a toda esa frustración acumulada, nacida de
la rabia y el cabreo ante la impunidad de un sistema corrupto hasta las
trancas. De hecho ese es el germen original de la historia, que según el propio
Prado nació tras escuchar la noticia del suicidio de un matrimonio de
jubilados (podéis leer nuestra entrevista aquí mismo), que tras haber sido estafados en un caso de preferentes se vio ante
la incapacidad de afrontar un feroz proceso de desahucio. Un duro episodio con
el que se inicia el cómic y que marca el tono general del relato. Siendo así,
la denuncia social y el relato policíaco se entremezclan constantemente en una
amalgama de lo más verosímil y efectiva, que supone una vez más la vuelta por
la puerta grande de uno de los mejores autores nacionales.
En el aspecto gráfico, Prado
se decantó en esta ocasión por unas lúgubres páginas en blanco y negro que
captaran el espíritu de la historia: desazonador, críptico y meditado;
alejándose así de su personal y colorido estilo habitual. A ello hay que
añadirle un diseño de personajes que como siempre es una auténtica delicia.
En definitiva, un trabajo de
sobresaliente que supone una lectura casi obligada y que en esta ocasión llega
de la mano de Norma editorial para
su edición en castellano y de El Patito
Editorial para su versión en gallego, ambas al precio de 19,5€ y en formato de tapa dura.
Como no podía ser de otra
manera, esta semana le quiero conceder mi sello
de aprobación del Capitán Latinoamérica, confiando en que disfrutaréis de
esta lectura tanto como yo.
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