Dororo
Autor: Osamu
Tezuka (guion y dibujo).
Editorial: Debolsillo
(Penguin Random House)
Formato: 844
páginas, blanco y negro, tapa blanda.
Año de
publicación: 2016
Precio: 24,95€
Daigo Kagemitsu es un
ambicioso samurái, quien corroído por sus ansias de poder ha decidido entregar a su
hijo primogénito a 48 demonios a cambio de ver cumplido su deseo de conquistar
el país. Al poco tiempo de sellar su pacto, nació un niño deforme, al que le faltaban
48 partes de su cuerpo. Asqueado por la abominación, su padre decidió arrojarlo
al río, pero de alguna manera el pequeño logró sobrevivir y con el paso del
tiempo llegó convertirse en un diestro espadachín llamado Hyakkimaru. Años
después, con la ayuda del avispado Dororo, quien afirma ser el mejor ladrón de todo
Japón, Hyakkimaru emprenderá un viaje a lo largo del cual se enfrentará no solo
a los demonios que le arrebataron las partes del cuerpo, sino también a los
fantasmas de su pasado y a toda la calaña corrupta que ha asolado el país.
Poco se puede decir a estas
alturas sobre el maestro Osamu Tezuka
que no haya sido dicho ya. El padre de Astroboy,
considerado como el dios del manga en su país natal, es una figura clave que
trascendió a las fronteras de Japón, reinventando el concepto del manga (cómic)
a mediados del siglo pasado; salvador de toda una generación que se evadía del trágico
presente que les había tocado vivir y se refugiaba en los esperanzadores mundos
fantásticos imaginados por el autor. Hombe que elevó las cotas de lectura de manga a
niveles inimaginables hasta entonces en todo el planeta y lograría dejar un
legado de obras de lo más prolífico.
Por eso, es de extrañar que en
pleno 2017 algunas de sus obras siguieran inéditas en nuestro país. Pero nunca
es tarde para enmendar tal situación y gracias a la editorial Debolsillo, por fin ha llegado hasta
nuestras estanterías una de sus obras más añoradas, “Dororo”.
Que el título de esta obra sea
el de Dororo, podría dar lugar a
cierta confusión, puesto que el peso principal de la historia recae en realidad
sobre el rol del enigmático Hyakkimaru, un espadachín solitario que vagabundea
por el país, luchando contra los yokai (monstruos) que se topa en su camino. Y
es que su especial condición parece ser un auténtico imán para estas criaturas,
que atormentan incesantemente su vida. Pero en su camino se topará con el pequeño
Dororo, un huérfano granuja con ínfulas de grandeza, que asegura ser el mejor
ladrón que haya conocido el país, aunque en realidad se trate más bien de un
auténtico incordio que no parará de meterle en problemas o embarcarle en inesperadas aventuras en las que se irán conociendo tanto el uno al otro, como a sí mismos.
Tezuka revela
en este relato su sentido del humor más genuino, capaz de romper la cuarta pared con velados guiños a su
propia creación, introduciendo algunos homenajes a otros personajes de ficción,
o riéndose de sí mismo con continuas referencias y anacronismos, en una serie
de capítulos en los que las aventuras y sus resoluciones pueden llegar a resultar
incluso algo ingenuas, al mismo tiempo que crueles y sangrientas. De hecho, el
dibujo amable del maestro japonés siempre ha sido de una apariencia engañosa,
con sus personajes de grandes ojos y figuras redondeadas, con una fachada que
incluso desprende cierta inocencia, pudiendo hacer creer al lector novato que
se encuentra ante una obra de corte infantil. Y en cierto modo así es, no deja
de ser una obra concebida con cierta mentalidad infantil, pero dirigida hacia
un público sin barreras de edad. Una historia sencilla pero atractiva, sin
censuras pero apta para todos los públicos, que aun siguiendo los abruptos cánones
de la narrativa nipona logra imprimir un dinamismo pasmoso a sus páginas y
viñetas.
La editorial Debolsillo publicó a finales del pasado
2016 este tomo integral, de nada menos que 844 páginas, en formato de tapa
blanda y lectura inversa (japonesa), al precio de 24,95€.
En definitiva, una lectura que
dará para unas buenas horas de entretenimiento, recomendable tanto para los
admiradores de Osamu Tezuka, como para los que se acerquen a su obra por
primera vez. Y a la que esta semana le quiero otorgar mi sello de aprobación del Capitán Latinoamérica.
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